Febrero 2018
Como ellos mismos reconocen, cualquier iniciativa tiene el éxito asegurado si el equipo que está detrás (y delante) de él tiene como principios la ilusión, la confianza mutua y el compromiso de luchar por conseguir un mismo objetivo. Seguramente por esto, y por el entusiasmo y cariño que ponen en el proyecto los cientos de personas que directa o indirectamente colaboran en él, el Bubisher (el pájaro portador de la buena suerte en la tradición saharaui) lleva ya más de 10 años arrancando sonrisas y acercando, con éxito, los libros a los campamentos refugiados del Sáhara.
La que fuera colonia española hasta 1975, cuenta en la actualidad con cinco campamentos en los que conviven, según ACNUR, cerca de 165.000 refugiados. Muchos de ellos (se estima que alrededor del 60%) son jóvenes menores de 30 con escasas opciones de futuro. Bubisher trabaja por ofrecerles un futuro mejor, a ellos y al conjunto de la sociedad saharaui que se encuentra en la provincia de Tinduf, al suroeste de Argelia, a través de lo que a día de hoy es ya una verdadera red de bibliotecas y bibliobuses.
La iniciativa nació en un colegio de Pontevedra. Comenzó con un primer bibliobús que llegaba a Tinduf a finales de 2008. Diez años después ya cuenta con una flota de cuatro bibliobuses, además de tres bibliotecas en Smara, Auserd y Bojador, y, en breve, una cuarta en Dajla, actualmente en construcción. La colaboración desinteresada y apasionada de muchas personas y entidades (entre las que se encuentran bibliotecas, centros educativos, instituciones, asociaciones, editoriales o librerías) tanto de España como de este territorio, es una pieza clave para continuar avanzando, como demuestran iniciativas como ‘Las bibliotecas son para el desierto’ , una de las colaboraciones más recientes promovida la Universidad Popular de Logroño, la Biblioteca Pública de La Rioja, la Asociación Riojana de Amigos del Sáhara, y las librerías Santos Ochoa.
A todos los que lo hacéis posible, ¡GRACIAS!, porque como nos recuerdan desde Bubisher, “cualquier grano de arena hace desierto”.
Hace doce o trece años, Ricardo Gómez y yo nos planteamos la necesidad de bibliotecas fijas y rodantes en los campamentos de refugiados del Sáhara, al darnos cuenta de que allí los niños tienen una educación universal, gratuita y laica, con el español como segunda lengua, pero que no tienen (tenían, ahora sí) libros en los que poder leer.
Nuestro deseo es que los cinco campamentos cuenten con una biblioteca fija, un bibliobús para atender a toda la población, y dos o tres monitores y bibliotecarios para atenderlas. Empezamos con un solo bibliobús, pero a lo largo de estos diez años hemos enviado ya cuatro (averías y sustituciones aparte), y hemos construido tres bibliotecas fijas. Actualmente estamos construyendo la cuarta, en el campamento más alejado y olvidado. El objetivo es que las nuevas generaciones adquieran una cultura que los haga libres.
A todos los públicos, pero como es natural empezamos por los niños y jóvenes.
Cada biblioteca cuenta con dos o tres bibliotecarios y monitores saharauis, a los que hemos dado formación profesional. Cada mañana, cada uno de los bibliobuses acude a un centro escolar o dos, y hace actividades de promoción de la lectura y la escritura con los alumnos. A todos se les ofrece el uso de la biblioteca en sus horas libres, y con los que quieren organizamos actividades, clubes de lectura y creación, teatro, cine…
Sí, al principio el Bubisher funcionaba solo con voluntarios españoles, pero pronto incorporamos a jóvenes saharauis, con formación universitaria, para que fueran ellos los principales responsables del proyecto, con ayuda puntual de voluntarios que viajan hasta allí para perfeccionar su formación, y también para llevar a cabo nuevas actividades.
La masiva respuesta, sobre todo por parte de los niños. Hay tardes en las que literalmente no hay sillas bastantes, y eso que hay muchas. Con los jóvenes el trabajo es más difícil, pero ya son muchos los que empezaron como niños y ahora siguen. Los adultos la usan también, sobre todo los que tienen más formación.
La verdad es que no había costumbre, y hemos tenido que romper moldes. Pero los niños reciben la biblioteca con un maravilloso entusiasmo.
Los nuestros, y la imaginación de maestros, profesores y bibliotecarios españoles que se unieron al proyecto. Todos nuestros fondos vienen de los socios, cerca de 250, y de las actividades solidarias en centros escolares. Puntualmente, algún ayuntamiento nos ha ayudado.
Personalmente, maravilloso. Estoy mucho más orgulloso del Bubisher que de cualquiera de mis libros, porque es una obra colectiva, hecha codo con codo con centenares de personas, y con un puñado de amigos que trabajamos todos los días por el proyecto.
Que confíen en sus propias fuerzas. Que no tengan más guía que el entusiasmo por poder cambiar las cosas.
Datos
Asociación Escritores por el Sáhara/Bubisher
Centro Cívico El Cerro, Avenida de Manuel Azaña, 13
28822 Coslada (Madrid)
652064274; 676499862