El contacto entre mundos extraños. Abiertas las rutas de ida y vuelta en menos de cincuenta años, el imperio español alcanza su destino exhausto, hambriento y debilitado por la lejanía. Su poder se diluye ante la solidez de las grandes potencias asiáticas, encontrando en el sorprendido universo isleño un refugio sobre el que nacerá un nuevo enclave español.
El arcabuz, la plata americana y la cruz, serán los pilares sobre los que se levante la presencia española en las islas del Pacífico. Luego vendrán la palabra y las ideas. Pero para entonces, el comercio y el Evangelio ya habían convertido a Manila en la puerta entre dos continentes.