El Camino Catalano-Aragonés surge para canalizar el tránsito hacia Santiago de Compostela de los peregrinos que provenían del Languedoc (sureste de Francia) y de Italia, que prefirieron entrar a la península a través de Sant Pere de Rodes y La Jonquera.
Estos peregrinos no siempre escogían la ruta más sencilla y corta. En muchas ocasiones elegían rutas más largas para visitar monasterios de renombre y venerar las imágenes o reliquias que éstos albergaban. En Girona algunos peregrinos visitaban la tumba de San Narciso y en Barcelona muchos iban a rezar a la tumba de Santa Eulalia. La fama que adquirieron los monasterios de Sant Pere de Rodes, Poblet y Sant Cugat fue decisiva a la hora de configurar este itinerario.
En el año 959 el abad Cesáreo fue uno de los primeros peregrinos de los que se tiene noticia que viajó a Santiago partiendo desde el Monasterio de Santa Cecilia en Montserrat. A partir de esta fecha hay registros y testamentos de numerosos peregrinos en los archivos de Sant Pere de Roda, Vic, Sant Cugat y Lleida (que llegó a tener siete hospitales), que demuestran que constituyeron una ruta alternativa del Camino. Una vez en Lleida, los peregrinos marchaban hacia Fraga, Zaragoza y Logroño, donde se unían al Camino Francés, atravesando el territorio aragonés que en esa época estaba bajo dominio musulmán.Salto de línea