Toda obra de arte es un producto cultural que nos muestra lo que una sociedad ve, piensa e imagina en un momento histórico determinado. Las primeras manifestaciones del arte formaban parte de una sociedad que se extendió por Europa hace 40.000 años. La expresión visual de esas culturas se manifestó en las paredes de las cuevas reflejando una ideología caracterizada por la dualidad hombre-animal. Constituía su forma de memoria, de perpetuación de sus ideas y pensamientos, y de trasmitir mensajes.
A finales del siglo XIX esas imágenes se conocieron de forma paralela al desarrollo de la arqueología y su descubrimiento sacudió los cimientos de la razón científica y de la fe. Altamira fue la primera que se descubrió, la primera que se estudió y publicó asociando su arte al mundo prehistórico. Después de ella vinieron más y hoy las reconocemos como el arte más antiguo de la humanidad.
Las imágenes representadas son historias, temas en los que se apoyó la vida de esas personas. Pero hemos perdido su oralidad, los discursos que las acompañarían y aquellos rituales que las renovarían en un ciclo eterno de vida y muerte, de renovación y transformación.
Hace 13.000 años un derrumbe cerró la Cueva y sus paredes preservaron la sabiduría de las personas que la habitaron, el legado más antiguo de nuestra especie.
Altamira es la abstracción natural: la síntesis. Una síntesis que es el ideal del arte nuevo
Mathias Göeritz. La Escuela de Altamira. 1948-1950
Parecía que las rocas bramaban. Allí, en rojo y negro, amontonados, lustrosos por las filtraciones de agua, estaban los bisontes, enfurecidos o en reposo. Un temblor milenario estremecía la sala. Era como el primer chiquero español, abarrotado de reses bravas pugnando por salir. Ni vaqueros ni mayorales se veían por los muros. Mugían solas, barbadas y terribles bajo aquella oscuridad de siglos. Abandoné la cueva cargado de ángeles, que solté ya en la luz, viéndolos remontarse entre la lluvia, rabiosas las pupilas
Rafael Alberti, La arboleda perdida. Recuerdos. 1928.
La peinture est en décadence depuis l’âge des cavernes
Joan Miró, 1928
La Real Academia del Arte Rupestre
Henri Moore, 1934
Cuando visité por primera vez Altamira pensé: ha sido como volver al origen, que es el sitio más fértil. Creer que el arte ha avanzado mucho desde Altamira a Cézanne es una pretensión occidental, vana Salto de línea Miquel Barceló