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La construcción del erotismo

La curiosidad humana por el erotismo siempre ha ido más allá de las meras representaciones de los desnudos, especialmente de los femeninos. El cuerpo de las mujeres siempre ha resultado de singular atracción en el campo de las artes a consecuencia, sin lugar a dudas, de la mayor presencia de hombres en los campos de la creación artística hasta tiempos recientes. El desnudo femenino siempre fue considerado como erótico por el mero hecho de ser representado.

Pero más allá de los ámbitos artísticos, no podemos olvidarnos de las implicaciones entre el erotismo y la seducción y en cómo, a principios del siglo XX, en unas sociedades occidentales en las que la mujer gana protagonismo y se produce una liberación de las formas opresoras de la indumentaria decimonónica, las mujeres empiezan a ensalzar y a cuidar su propio cuerpo y a reivindicar su papel protagonista en los juegos de seducción y cortejo, un proceso ya iniciado en el siglo XVIII y en el que cobraba especial interés, entre otros aspectos, el lenguaje del abanico.

Con el siglo XX se abría un período en la historia en la que los diseñadores centrarán su atención en la moda femenina pero también en complementos como las barras de labios, los zapatos y otros elementos destinados a destacar la figura femenina, no sólo para la contemplación y disfrute de los hombres, sino como símbolo de empoderamiento y seguridad de las propias mujeres.

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