Conservar el patrimonio cultural no es sólo un objetivo y una finalidad que quede en manos de las administraciones públicas sino que compete a toda la sociedad velar por la protección y preservación de nuestra riqueza patrimonial.
Legado, símbolo y memoria de los pueblos y comunidades que lo generan, múltiples son las causas por las que el patrimonio cultural puede desaparecer o dispersarse: la propia naturaleza física de los bienes culturales que lo integran; el hecho de que el patrimonio ha sido, y sigue siendo, objeto de destrucción en el caso de conflictos bélicos; la disgregación de una colección determinada al fallecer sus titulares; la desaparición porque la comunidad que dio origen a su creación ha desaparecido; y así un largo etcétera.
Las mujeres han desempeñado en sus culturas un papel de transmisoras del conocimiento y de las tradiciones que han permitido la conservación de un rico patrimonio inmaterial de origen ascentral hasta nuestros días. Pero también han protegido y luchado, a lo largo del siglo XX y en la actualidad, por la conservación de los bienes culturales desde puestos de responsabilidad, como directoras de museos, mecenas u ocupando cargos políticos. Indudablemente, es digna de reconocimiento la importancia de muchas mujeres en la formación de colecciones de gran interés y valor histórico-artístico, grandes legados que, gracias a ellas, hoy podemos disfrutar en las instituciones museísticas.