Tratar el tema de los derechos y de la igualdad significa poner de relieve una lucha constante y nada fácil para la consecución de la igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres. Las mujeres no han tenido nada fácil el reconocimiento de sus derechos sino que han sido víctimas constantes de una tradición filosófica que, desde la Antigua Grecia hasta épocas recientes, las ha considerado como seres inferiores por su condición sexual, no aptas para desenvolverse en la vida pública y carentes de sentido crítico. Esta consideración tuvo su traslación al punto de vista legal. De este modo, las mujeres han vivido durante siglos bajo la tutela del varón, fuera éste padre, marido, hermano o cualquier tutor legal.
Esta situación de tutela y ese tratamiento de inferioridad recibido por las mujeres las relegó por completo al ámbito doméstico. Las mujeres no tendrán acceso al espacio público y, en la mayor parte de las culturas, no tendrán ni voz ni voto en los asuntos que pudieran concernir siquiera a la organización o administración de las ciudades o regiones que habitaban. Sus derechos no eran reconocidos y, a pesar de los avances en las sociedades modernas, las situaciones de desigualdad y discriminación (en el acceso laboral, en las retribuciones económicas o en el desempeño de puestos directivos o cargos políticos) siguen estando presentes. Los bienes culturales aquí seleccionados reflejan la historia de esa desigualdad.