El comienzo

Las primeras manifestaciones artísticas surgen en Altamira durante el Auriñaciense, hace unos 35.000 años. La mayor parte de las representaciones de este período se corresponden con signos rojos, bien independientes o agrupados entre sí, no solo en policromos sino también en el interior de la cueva, en las galerías intermedias, donde aparecen igualmente trazos digitales en la arcilla.Salto de línea Las culturas gravetienses nos dejaron hace unos 22.000 años las primeras imágenes de ciervas, realizadas bajo una convención en su representación a lo largo de la cornisa cantábrica como son las orejas en forma de “V”. Los grandes caballos rojos y las únicas representaciones de manos, tanto en positivo como en negativo, también pertenecen a este período. Aparecen los primeros grabados con formas semihumanas y los animales se extienden hacia el interior de la cueva, ocupando soportes difíciles de manipular como son las coladas estalagmíticas.Salto de línea Puente entre los inicios de la expresión plástica y la eclosión del Magdaleniense, las culturas solutrenses inician los recursos técnicos y estilísticos que permitirán el esplendor de Altamira. El rojo es el color dominante y el trazo simple, el tamponado y la realización de figuras por extensión del pigmento comienzan a ocupar las paredes de la cueva. Pero también se generaliza el grabado a buril. Los animales más representados son las ciervas, los caballos y las cabras.

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