Durante 250 años la ruta abierta por los exploradores españoles entre América y Filipinas es surcada por centenares de galeones que, cargados de productos y pasajeros, convierten definitivamente el océano Pacífico en una vía de comunicación entre dos continentes. El Galeón de Manila atraviesa el océano Pacífico anualmente cargado con los mayores tesoros de dos continentes y convierte los puertos de Manila y Acapulco en centros de distribución de un comercio internacional que termina por afectar al mundo entero. Mientras los reales de a ocho hispanoamericanos se convierten en moneda de cambio en todo el continente asiático, las sedas y los artículos de lujo orientales se desparraman desde Acapulco por toda América, alcanzan Europa a través de Sevilla y condicionan las modas y los gustos de las élites de medio mundo.