Como consecuencia del enfrentamiento bélico con Gran Bretaña, el tráfico marítimo con ultramar había quedado interrumpido y el envío de caudales a la metrópoli momentáneamente postergado.
Aprovechando el periodo de paz que culminó con la firma de la Paz de Amiens en marzo de 1802, zarparon los primeros buques destinados al trasporte de las remesas americanas. Ambas fragatas, la Santa Rufina y la Asunción, consiguieron llegar a Cádiz antes de que volviera a encenderse el conflicto entre Francia y Gran Bretaña.
En octubre de 1802 desde la Secretaría de Estado y de Despacho de Hacienda se comunicaba a los virreyes de Perú, Nueva España y Río de la Plata la orden de reunir todos los caudales que fuese posible para cubrir las necesidades del erario público tan diezmado por las últimas guerras.
La maquinaria del Estado se había puesto en marcha para enviar al virreinato de Perú tres buques de guerra: la Asunción desde Cádiz y las fragatas Nuestra Señora de las Mercedes y Santa Clara desde El Ferrol. Su misión era llevar el azogue de las minas de Almadén, necesario para amalgamar la plata, y traer de regreso oro y plata, acuñada y en barras, para engrosar las diezmadas arcas de la Real Hacienda.Salto de línea
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