A medida que el cine se expandía a nivel internacional la industria cinematográfica y los cineastas supieron adaptar la manera de contar historias y los lenguajes visuales a los diversos contextos sociales y culturales de cada país, creándose una serie de escuelas cinematográficas con características definitorias. Para conocer los diferentes lenguajes cinematográficos y las diversas corrientes artísticas que surgieron en las primeras décadas del siglo XX nos detenemos en seis países diferentes: Italia, España, Suecia, Francia, Rusia y Japón.
Cabiria por Giovanni Pastrone. (1914)
En las primeras décadas del siglo XX Italia domina la industria cinematográfica europea gracias a sus grandes producciones del tipo colosal o péplum, largometrajes históricos con grandilocuentes puestas en escena. Pastrone, a la cabeza de la productora Itala Film, concibe Cabiria como la película más grande rodada hasta el momento. Un film de proporciones épicas que contó con los mejores profesionales internacionales, entre ellos Segundo de Chomón, al que se le atribuye el primer uso del travelling descriptivo (conocido entonces como “movimiento Cabiria” y que es una técnica cinematográfica que consiste en desplazar una cámara montada sobre unas ruedas para acercarla o alejarla al sujeto u objeto que se desea filmar.) de manera que el espectador comprobase que los decorados no se trataban de maquetas.
Sangre y arena por Vicente Blasco Ibáñez y Max André. (1916)
Vicente Blasco Ibáñez, desde su compromiso de hacer llegar su literatura a las clases populares, adaptó su novela al cine asumiendo el papel de productor, guionista y codirector. El escritor pretendía superar los lenguajes cinematográficos de la España del momento, procurando ofrecer en su película una visión fiel del contexto sociocultural, cercano a su lenguaje literario. El film obtuvo un enorme éxito ejerciendo una gran influencia en el cine español posterior. La película de Blasco Ibáñez ha podido ser recuperada gracias a la colaboración entre la Filmoteca de Praga y la Filmoteca de Valencia.
Körkarlen (La carretera fantasma) por Victor Sjöström. (1921)
Las dos primeras décadas del siglo XX están consideradas como la Época Dorada del cine sueco. La coyuntura social y política de estas décadas, unida a la neutralidad de Suecia durante la Primera Guerra Mundial, hicieron que el país nórdico se convirtiera en el principal exportador de cine en Europa. El cine sueco construyó un estilo propio a partir de su propia cultura y su literatura que fue tomada como base para la experimentación de técnicas narrativas que permitieran profundizar en la psicología de los personajes. Este es el caso de esta película, basada en un relato de Selma Lagerlöf, en la que Sjöström se vale de recursos como la doble exposición (técnica fotográfica que consiste en conseguir realizar dos fotografías en el mismo fotograma) o el uso de los planos.
La souriante Madame Beudet. (La sonriente Madame Beudet) por Germaine Dulac. (1922)
La Primera Guerra Mundial afecto terriblemente a la producción cinematográfica francesa. Tras el conflicto sus salas de cine se llenan de películas importadas, principalmente de EE.UU y la debilitada industria francesa, en busca de una rentabilidad económica, se lanza hacia un cine comercial carente de personalidad propia. En este contexto un grupo de jóvenes llevan a cabo un cine experimental centrado en la representación subjetiva y psicológica de los personajes y sus sensaciones posicionando las emociones como elemento central de su estética. Esta subjetividad está presente en éste film, considerado el primero con una temática plenamente feminista, en el que Germanine Dulac se apoya en diversos recursos técnicos para expresar la angustia interior de la protagonista.
La huelga por Serguéi M. Eisenstein. (1924)
“De todas las artes, el cine es para nosotros la más importante” Esta afirmación de Lenin deja ver la trascendencia que el régimen soviético otorgó a las producciones cinematográficas. El gobierno revolucionario vio en el cine un medio eficaz para hacer llegar su mensaje a una gran masa social iletrada. De esta manera nacionalizó la industria imponiendo los ideales que definirían el cine soviético y que podemos encontrar en esta película, la desaparición del protagonista individual a favor de la colectividad y la experimentación a través del montaje.
Orochi por Buntarō Futagawa. (1925)
Orochi representa la transición entre el primer lenguaje cinematográfico japonés, heredero de la artificiosidad del teatro kabuki, y una concepción más fluida del cine. En Japón los inicios del cine están estrechamente ligados a la figura del Benshi, los encargados de leer los intertítulos durante las proyecciones. Pero a medida que el desarrollo narrativo de las películas se hacía más complejo los Benshi pasaron de describir a narrar las proyecciones, explicando la trama, interpretando los diálogos de los personajes o destacando los valores que intentaba transmitir cada película, ganando paulatinamente protagonismo hasta convirtiéndose en estrellas que eclipsaban a los actores.