Friso para el cenotafio por las exequias de Isabel de Braganza.Salto de línea 1819.Salto de línea Aguazo sobre tafetán.Salto de línea 5598: 1,67 x 13,05 m.Salto de línea 5599: 1,67 x 10,84 m.Salto de línea Inv.: 05598-05599.
Ubicación: Almacenes.
Bibliografía:
GONZÁLEZ VELÁZQUEZ, I. (1819): Descripción del cenotafio erigido para las reales exequias de la reina nuestra señora D.ª María Isabel de Braganza, celebradas en el día 2 de marzo de 1819 en la iglesia del real convento de San Francisco el Grande de esta corte: inventado y dirigido, de orden de S. M. Católica el Sr. D. Fernando VII., por su arquitecto mayor D. Isidro Velázquez. Madrid, Imprenta de Vega y compañía.
MARTÍNEZ PÉREZ, A. (2013): La muerte elocuente de una reina. El friso de Zacarías González Velázquez para el cenotafio de Isabel de Braganza (1819), Ars Magazine, 18, Abril-junio 2013, pp. 58-70, Madrid.
PARDO CANALÍS, E. (1949): Cinco cenotafios reales de 1819 a 1834. Arte Español, tomos 1 y 2, pp. 161-168: p. 162, Madrid.
VV. AA. (2009), Isidro Velázquez (1765-1840), arquitecto del Madrid fernandino. Edición a cargo de Pedro Moleón Gavilanes. Catálogo de la exposición. Madrid, Ayuntamiento, Área de las Artes. Sala Juan de Villanueva. Conde Duque, 29 de mayo a 26 de julio, Madrid.
Para más información sobre el autor:
NÚÑEZ VERNIS, B. (2000): El pintor Zacarías González Velázquez (1763-1834), 2 vols., Madrid, Fundación Universitaria Española.
Catalogación: Mª Cristina Giménez Raurell
María Isabel de Braganza, segunda esposa de Fernando VII, murió en Aranjuez el 26 de diciembre de 1818. Sus restos mortales se encuentran en el Pabellón de Infantes del Monasterio de San Lorenzo del Escorial. Fue tan grande el dolor por las circunstancias de su fallecimiento a tan temprana edad (21 años), que el rey y España entera se volcaron en sus exequias, celebradas el 1 y 2 de marzo de 1819 en la Iglesia del Real Convento de San Francisco el Grande, en Madrid. Fernando VII encargó para ello un cenotafio al Arquitecto Mayor del rey: Isidro González Velázquez, que diseñó un monumento-obelisco que se describe en la publicación de la imprenta de Vega y compañía, en cuyo friso central se disponían dos sargas que imitan un bajorrelieve en mármol de Carrara. Las pintó el Director de la Real Academia de nobles Artes y pintor de Cámara de S. M. Don Zacarías [González] Velázquez (Madrid, 1763-1834).
En la fachada de San Francisco rezaba así una inscripción de Juan Bautista Arriaza: <<HOY EL DOLOR DE UN REY EL TEMPLO SANTO, EN HONRA DE ISABEL, CUBRE DE LUTO: VEN, PUEBLO, A DAR A LA QUE AMASTE TANTO UN TRISTE ADIOS POR ULTIMO TRIBUTO>> (sic).
El cenotafio, en el que se aunaron arquitectura, escultura y pintura, estaba formado por el obelisco central rematado por una cruz alcanzando casi 30 m de alto. En la base del obelisco se disponía un gran zócalo circular de 24 metros perimetrales y más de 1 y medio de altura donde el pintor de historia desarrolló un discurso iconográfico que reflejaba el dolor y el respeto a la reina finada.
Participaron también realizando grupos escultóricos del cenotafio varios artistas vinculados al rey y a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, entre ellos: José Ginés, Valeriano Salvatierra, Esteban de Ágreda, Francisco Elías, Ignacio García y Pedro Hermoso. El catafalco fue reutilizado en esta misma iglesia para las exequias de Carlos IV y María Luisa de Parma a finales de marzo del mismo año 1819.
Los estudios de Alejandro Martínez han permitido confirmar que las sargas conservadas en el Museo Cerralbo son las que estuvieron en el cenotafio rindiendo honores a Isabel de Braganza. El Marqués las conservó en la planta bajocubierta, como atestigua la documentación gráfica de su montaje fotografiado por Otto Wunderlich en 1941. En estos espacios se disponían obras significativas de su colección, aunque no estuvieran expuestas en la Planta Principal del palacio. De hecho, Juan Cabré ya describió en su inventario de 1924 estas sargas cuando estaban montadas en el torreón que daba a la calle Ferraz, advirtiendo que procedían de un friso de un monumento funerario.
En las dos sargas desfilan más de 50 personajes. En el centro
[...] se vé la Piedad Cristiana que conduce en un Vaso ó Urna cineraria las cenizas de la REINA NUESTRA SEÑORA, de la cual penden guirnaldas de flores que sostienen las Virtudes cardinales, la Prudencia y la Justicia: es precedida del Angel Custodio que tiene puesta una mano sobre la Urna, y con la otra señala el lugar de los Bienaventurados: del Himeneo con la antorcha apagada; y de dos Genios que rompen el signo conyugal, á quien acompañan en ademan triste y lloroso la Historia, el Ingenio, el Premio, la Poesía, la Agricultura, la Medicina, el Valor militar y la Amargura é Infelicidad, como significativos del gran dolor de haber perdido las Ciencias y las Artes tan augusta protectora: en este lúgubre y alegórico aparato siguen, á la Piedad cristiana, la Esperanza, la Fé, las Virtudes sociales, y la Monarquía española significada por sus diversas Provincias en la Península; y despues la Horfandad representada por Niños y Doncellas lamentando la temprana muerte de su benéfica y bien hechora SOBERANA, en la cual encontraban su mas sólido apoyo [...].
Zacarías González Velázquez, plasma en esta obra «el modo neoclásico de la muerte» a través de alegorías, con la simplicidad, claridad y gravedad que, como apunta Honour, realzan la fluidez narrativa, advierte Martínez.
La sarga está formada por dos piezas de trama intermedia y ligamento en tafetán, unidas horizontalmente mediante una costura cosida con el mismo hilo de la trama. La técnica pictórica es aguazo sobre tela, dando lugar a una grisalla que imita un bajorrelieve: <<el neto de este pedestal es de seis pies de ato y de ochenta y siete pies y medio de circunferencia>>. En 1991 se llevó a cabo un estudio pormenorizado de su estado de conservación y se planteó la posibilidad de exponerlas al público, sin que el proyecto llegara a buen fin y en el 96 se adecuaron soportes para su almacenaje conforme a los más cuidados criterios de conservación preventiva.