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Eugenio Orozco

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Santa Cena (detalle)

Óleo sobre lienzo.

2,60 x 7,12 m

h. 1634.

Depósito en el Monasterio de Santa María de El Paular (Rascafría, Madrid).

Inv. 04903.

AGULLÓ Y COBO, M., El arte del Paular en los documentos del Árchivo Histórico Nacional I Pintura, en Anales del Instituto de Estudios Madrileños, 1975, p. 9.

GÓMEZ, Illdefonso María. Real Monasterio de Santa María de El Paular. Madrid, Real Monasterio Santa María del Paular, 2013, p. 49.

ANGULO ÍÑIGUEZ, D.; PÉREZ SÁNCHEZ, A. E., Pintura madrileña del segundo tercio del siglo XVII. Madrid, Inst. Diego de Velázquez, 1983, p. 128.

PONZ, A., Viage de España, en que se da noticia de las cosas mas apreciables, y dignas de saberse, que hay en ella. Madrid, por la viuda de Ibarra, hijos y compañia, 1787-1793, Carta Quarta, p. 89.

Catalogación: Cecilia Casas Desantes y Cristina Giménez Raurell.

Eugenio de Orozco es un pintor español documentado entre 1634 y 1651. En esos años trabajó junto a su hermano Mateo al servicio de la Cartuja de El Paular, y también realizó obras para el Arzobispado de Toledo. Se conservan escasas obras de su mano, entre ellas retratos de miembros de la comunidad cartuja, la Adoración de los Reyes Magos de las Descalzas Reales de Madrid, y dos versiones de la Santa Cena, esta que nos ocupa, y otra en el Museo Nacional del Prado, al que llegó procedente del ya desaparecido Museo de la Trinidad.

Inspirado en el lienzo homónimo del Monasterio del Escorial, obra de Tiziano, con leves alteraciones y añadido de alguna figura, esta Santa Cena fue creada específicamente para el Refectorio de los monjes de la antigua Cartuja de El Paular, donde los hermanos cartujos comían en comunidad. En 1634 su autor cobró 900 reales por pintar este lienzo y el de La Compasión: los 700 acordados, y 200 más que el Padre Prior decidió añadir como gratificación por el buen trabajo realizado. A finales del siglo XVIII Antonio Ponz menciona la obra en el Refectorio de la Cartuja en su Viage de España.

Las figuras, de tamaño natural, se agrupan en torno a una mesa dispuesta entre dos columnas. La composición es equilibrada, aunque preludia el barroco en el uso de contrapostos y por la presencia de objetos de bodegón. Destaca la belleza del sereno rostro de Jesús. Sobre la mesa, junto con el limón y la rama de apio típicas de la Pascua judía, está representado el Santo Cáliz de la Catedral de Valencia, venerado allí desde 1437 y tradicionalmente considerado el auténtico vaso de la Santa Cena. En el primer plano de la composición, llaman la atención diversos objetos cotidianos, como el jarro de pico (tipología frecuente en la platería civil de los siglos XVI y XVII), el cesto de mimbre, o el caldero de cobre, y animales como un gato, un perro y una paloma. Toda esta iconografía pictórica nos permite vislumbrar el trasfondo intelectual y simbólico manejado por Orozco en su obra, que además presenta una rica paleta de rojos, azules, ocres y verdes. La obra está firmada a los pies del Salvador: "EVGENIO Ð HOROZCO" " ME FECIT".

El proyecto de la Cartuja de El Paular se remonta a 1390, pero se acabó de construir en 1442. Fue una de las cartujas más poderosas de Europa durante siglos, pero en 1835 se vio fuertemente afectada por la desamortización de Mendizábal. La orden fue exclaustrada y gran parte de las obras se perdieron. Años después, una Santa Cena firmada por Eugenio de Orozco aparece en las colecciones del Marqués de Cerralbo, posteriormente legadas al estado español (1924) y hoy custodiadas en el actual Museo Cerralbo. Tradicionalmente, se pensaba que el cuadro descrito por Ponz en el siglo XVIII se correspondía con la Santa Cena del Museo del Prado, pero las últimas investigaciones descartan esa posibilidad, ya que las dimensiones del cuadro del Cerralbo se ajustan más su descripción. Angulo y Pérez Sánchez apuntaron ya en 1983 que esta obra del Cerralbo podía ser la del Monasterio de El Paular.

En 1991 el lienzo se encontraba en el Museo Cerralbo directamente fijado al muro, con unas molduras doradas a modo de falso marco. En 1995 finaliza la restauración de la obra del Museo Cerralbo y es entonces cuando comenzamos a conocer esta pintura en profundidad. Según el informe de las restauradoras Elena Moro y Teresa Cavestany, se aprecia inmediatamente que el actual formato en forma de semi-luneto se debe a añadidos de tela, dos laterales y uno superior, ya que en esas zonas son diferentes tanto el lienzo, como el estado de la capa pictórica. La pérdida de esta última permitió vislumbrar una figura de la Virgen, lienzo reutilizado en uno de los añadidos laterales, que además presenta en su trasera la firma incompleta Agustín de Villanueva. Aún queda determinar la verdadera naturaleza de estas peculiaridades de la obra, quizá un replanteamiento de formato llevado a cabo por el propio artista durante el natural proceso de trabajo. Para su correcta instalación en el Museo Cerralbo la tela se limpió, reintegró y protegió adecuadamente, y se preparó un bastidor especial a medida en el que además se doblaron hacia atrás y protegieron convenientemente parte de los dos añadidos laterales, de manera que se adaptara al espacio planteado.

En 2011, en el contexto de un ambicioso plan de recuperación del monasterio por parte del Ministerio de Cultura, y junto con el depósito por parte del Museo Nacional del Prado de 52 obras creadas por Carducho para el claustro principal del mismo, el Museo Cerralbo y el actual monasterio benedictino acordaron el depósito de la monumental pintura, para que esta pudiera ser contemplada en la estancia para la que fue concebida.

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