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Miguel de Pret

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Racimo de uvas blancas

Ca.1630-1644.Salto de línea Óleo sobre lienzo.Salto de línea 28 x 26 cm.Salto de línea Inv. 3898.Salto de línea Ubicación: Comedor de Gala.

Bibliografía:

ATERIDO, Á. y ALBA, L. (2014): Juan Fernández el Labrador, Miguel de Pret y la construcción de la naturaleza muerta, Boletín del Museo del Prado. Tomo XXXI, nº 49, 2013, pp. 34-53.

ATERIDO, A. (2013): "Juan Fernández el Labrador. Naturalezas Muertas". Catálogo de la exposición. Museo Nacional del Prado. Madrid, p. 27.

NAVASCUÉS, P. DE / CONDE DE BEROLDINGEN, C. (1998): El legado de un mecenas. Pintura española del Museo Marqués de Cerralbo. P.50.

CHERRY, P. (2001): La pintura de bodegón en las colecciones del museo Cerralbo.

Catalogación: Mª Cristina Giménez Raurell.

Hasta la fecha esta obra estaba atribuida a Juan Fernández, El Labrador, enigmático y desconocido pintor de bodegones del siglo XVII. En el reciente estudio de Ángel Aterido y Laura Alba realizado tras la exposición monográfica sobre el artista celebrada en el Museo Nacional del Prado en 2013, se ha demostrado, mediante rayos X, que es obra de Miguel de Pret (Amberes, h. 1595-Zaragoza, 1644), desvelando que, en la parte inferior del racimo, aparece la firma Miguel de Pret fecit.

La interesante documentación estudiada por Aterido y Alba nos confirma que este pintor, poco conocido hasta el momento, del que se conserva otro bodegón firmado de la colección Abelló, colaboró con pintores próximos a Juan Van der Hamen y León y que ambos fueron Guardia de Archeros de Corps de Felipe IV, oficio para el que se requerían impecables referencias familiares. En los años 20 y 30 trabajó en Madrid y, aunque no se ha confirmado su relación directa con van der Hamen, sí se sabe que colaboró con Francisco Barrera. Esta investigación abre un nuevo camino de estudio sobre los bodegonistas barrocos de la capital.

El pequeño cuadro hace pareja con otro de la colección de iguales dimensiones y similar factura, en este momento atribuido también a Pret por los autores de la investigación: Dos racimos de uvas blancas (nº inv. 3899). Los racimos de las dos obras se presentan aislados, en suspensión, sujetos por finas cuerdas, recortados sobre fondos oscuros y con un punto de vista muy cercano, lo que crea una atmósfera casi etérea con fuertes impactos lumínicos, dando aspecto de trampantojo. Los rayos X han aportado también alguna información novedosa al respecto. La luz que recae sobre los racimos produce una delicada modulación provocando un efecto naturalista, ya que incide directamente sobre el volumen en la composición de las uvas.

Al igual que el bodegón firmado por Pret de la colección Abelló, destaca en éste el detallismo con que plasma el pintor los objetos, que revelan el largo tiempo que pasa observando detenidamente cada detalle. Presta una atención pormenorizada al describir las calidades de la superficie de la piel de las uvas, remarcando su aspecto traslúcido, el color diferente de cada una y su recubrimiento céreo o pruina que la naturaleza proporciona a este fruto para su protección. El gusto del Marqués por recrear sus estancias con obras que potenciaran el ambiente particular de cada una de ellas, va abriendo paso, como en este caso, a que en su colección sigan encontrándose obras de gran interés para los estudiosos de la Historia del Arte.

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