Luso-indio del siglo XVIISalto de línea Marfil con toques de laca. Peana de madera ebonizada y metal. Salto de línea 10,7 x 5 x 4,3 cm. Salto de línea Inv. 2131. Salto de línea Ubicación: Galería III
Bibliografía: Salto de línea TABAR ANITUA, Fernando: Lujo asiático. Artes de extremo oriente y chinerías en el Museo Cerralbo. Ministerio de Cultura, Madrid, 2004. P.210.
Catalogación: Fernando Tabar Anitua.
Figura de marfil con toques de laca de color castaño, rojo cinabrio y de dorado, este último sobre todo en el cabello, montado en peana de madera ebonizada y metal.
La figura está sentada, con los pies cruzados, el brazo derecho acodado en una cantimplora en forma de calabaza doble y la mano de ese lado en la mejilla; con la izquierda sujeta una oveja contra el regazo y hay otra sobre el hombro. Viste zamarra de vellón, trabajado como el de las ovejas, en piquillos característicos de la talla de los marfiles indo-portugueses. Ha perdido la base habitual en estas imágenes, en forma de montaña, con la Fuente de la Vida en que beben diversos animales, y otras representaciones habituales que suelen acompañarles, como la Magdalena penitente en una cueva.
Es una muestra de la representación más fascinante y controvertida del arte luso-indio, desde el punto de vista iconológico. Se ha identificado también con el Sueño de Jacob y con San Juanito, en el cristianismo, y con la Meditación de Buda en lo oriental, pero no parece haber dudas de que representa al Buen Pastor. Eso sí, con una fuerte influencia del budismo en la iconografía y quizás también con un cierto sincretismo religioso, del tipo zanjado en 1704 por Clemente XI, condenando los “ritos chinos” como contrarios a los “genuinamente cristianos”. Los misioneros acataron la bula papal Ex illa die, lo que no fue tolerado por las autoridades chinas, que les expulsaron. En definitiva, la imagen luso-india del Buen Pastor es un ejemplo más de hibridación cultural entre Occidente y Oriente, manifiesta en el arte.
Margarita Estella (1984, pp.133 – 135), considera que aunque este tipo iconográfico pertenece a lo indo-portugués, su difusión y probable copia en Filipinas aconsejan considerarlo genéricamente portugués, antes que concretamente de Goa, por lo que prefiere darle la denominación más amplia de luso-indio.
En este ejemplar concreto, y también en otros, se pueden apreciar unos rasgos mongoloides en el rostro de Jesús, más que indo-arios como los de los marfiles de Goa. En este sentido se parece más a los de las obras hispano-filipinas, obra de chinos en Manila (los sangleyes), y a los de las chino-portuguesas en torno a Macao.