Sábado 17 de junio
Actividades extraordinarias
Cuando el marqués de la Vega-Inclán comenzó a construir uno de sus proyectos preferidos, el Museo del Greco de Toledo, se aseguró de dotarlo de un frondoso y evocador jardín. Más que un remanso de paz, este jardín fue concebido como un espacio para exponer restos arqueológicos. Aprovechando las leyendas que circulaban acerca de las cuevas que había bajo el solar, así como los juegos de luces y sombras de las plantas, empezó a incluir piezas de muy diverso tipo intercaladas en el recorrido, generando un espacio que estimulaba la imaginación del visitante. Las cuevas se convirtieron en una sala más del museo, donde se exponían multitud de piezas cerámicas de la colección.Salto de línea Salto de línea El jardín que Benigno de la Vega-Inclán concibió nos habla de la disciplina arqueológica a principios del siglo XX; un momento en el que comenzaba a estimularse un acercamiento científico a las piezas y yacimientos, pero en el que todavía predominaba una visión romántica del carácter inspirador de la ruina y del arqueólogo como intrépido aventurero (en lugar de metódico científico). En el exterior del museo, conviven elementos arqueológicos provenientes de múltiples edificios de la Edad Media y Moderna, así como esculturas y piezas romanas. Todo ello se muestra en el marco de unas “cuevas” que en realidad son los restos de un palacio de la antigua judería. El discurso que se construyó inicialmente no se interesaba tanto por investigar la proveniencia e historia de estas piezas, sino por usarlas para generar un espacio de ensueño.Salto de línea Salto de línea Con esta actividad, queremos hacer un itinerario didáctico por los jardines del museo para reparar en aquellas piezas que habitualmente pasan desapercibidas y que, sin embargo, son un importante documento arqueológico, así como una muestra evidente de cómo ha evolucionado la disciplina arqueológica a lo largo del último siglo.