Por Nieves Sánchez Castillo (ayudante en el Museo del Greco)
Publicado el 18 de septiembre del 2020
El Museo del Greco abre sus puertas en 1910 con dos entidades a diferenciar: la casa y el museo, uniéndose finalmente en 1942 en la Casa-Museo del Greco. Ambas suponen una gran innovación museológica en el momento, siendo la Casa del Greco la primera casa-museo o museo de ambiente en España.
Desde la reapertura de 2011 la institución es llamada simplemente “Museo del Greco”, habiéndose eliminado la mayor parte de la recreación de la “casa del Greco”, y dejando sólo algunas estancias para explicar la historia de la institución. Pero desde 1910 y hasta el cierre de 2008 fue conocido como “casa y museo del Greco”, apareciendo este término ya en la edición del 15 de noviembre de 1910 de El Castellano. Y tanta fuerza y recorrido ha tenido este antiguo nombre, que aún en muchos sitios de Toledo se habla de la “casa-museo del Greco”.
Mucho se ha escrito sobre la antigua recreación del marqués y el sentido turístico y avanzado de sus museos de ambiente o casas-museo, pero en este caso queremos mostrar de qué manera ha afectado a la configuración de las salas esa evolución museológica. Centrándonos para ello en una parte concreta de la institución: la recreación de la Casa del Greco.
Hasta 1942 la parte de la casa fue propiedad privada de Don Benigno de la Vega-Inclán, II marqués de Vega-Inclán y fundador del Museo. Anexo a esta casa privada se encontraba el “Museo del Greco”, institución creada y dirigida por el mismo marqués de la Vega-Inclán, pero donada al Estado ya en 1910. La casa y el Museo se unen en 1942 bajo las Fundaciones Vega-Inclán, quienes realizan cambios a la museografía de las dos zonas.
Las fuentes
SubirDesde el primer momento el Museo será de apertura pública, mientras que la casa, al ser una exhibición privada, es reservada para personajes importantes y autoridades, siendo estas visitas una de las más importantes herramientas de propaganda que utiliza el marqués. Al ser propiedad privada, el marqués no necesita documentar los cambios que realice en ella, y no sale mencionada en las Noticias de 1914 y 1921 que el Patronato redacta para dejar constancia de su actividad en el Museo.
Por ello quizá una de las mejores fuentes para conocer esta primera museografía de la casa sea el libro de Domenech La casa del Greco, publicada alrededor de 1913. Esta publicación es parte de la colección "El arte en España" de la Comisaría Regia de Turismo, organismo que dirige el mismo marqués de la Vega-Inclán.
Otra fuente de gran importancia es el legado del marqués, por el cual se lega la casa del Greco al Estado, junto con otros bienes como el actual Museo Nacional del Romanticismo o el Museo Casa de Cervantes en Valladolid
. En el Museo tenemos acceso a una copia de este testamento, así como un listado del mismo año, seguramente creado para la realización pormenorizada del testamento. Aparte, otra fuente para conocer esta primera museografía son las postales y fotos, especialmente (por su cantidad) las guardadas en la fototeca del IPCE, el Archivo municipal de Toledo y el Archivo histórico provincial de Toledo. Muchas de estas postales sólo tienen fecha de publicación, pero al compararse entre sí, y con las fotos de Domenech y los listados de 1942, podemos ver cuáles fueron tomadas durante esta primera etapa, e intentar crear una secuencia cronológica de cambios para algunas salas.
Tras la muerte del marqués, la casa-museo del Greco, ya sí como una sola institución, es gestionada por las Fundaciones Vega-Inclán, quienes también gestionarán el Museo Casa Cervantes y el actual Museo Nacional del Romanticismo (entonces llamado Museo Romántico). A pesar de esta gestión estatal no tenemos una cantidad de información mucho mayor, seguramente porque, al estar el archivo centralizado en Madrid, muchos de los papeles relacionados con las gestiones diarias de la casa-museo del Greco no llegaron a archivarse. Por suerte sí tenemos dos listados, de 1953 y de 1963, que se quedaron guardados en el Museo del Greco, así como algunos datos en la introducción al catálogo del Museo del Greco de 1968.
La museografía del marqués (1910-1942)
SubirLos cambios que se realizan entre 1905 y 1942 no se conocen demasiado bien, lo que tiene lógica ya que en esta etapa la casa era propiedad privada del marqués. Pero gracias a las fuentes mencionadas nos podemos hacer una idea de esta primera museografía.
Si pensamos que las fotos del libro de Domenech están editadas en el orden del recorrido, a la casa del Greco se entraría por los jardines bajos, de forma similar a la entrada actual. Desde allí se visitarían las cuevas para después ir al patio y las salas que lo rodeaban: oratorio, salón bajo, y cocina, que entonces contaba con acceso al jardín alto. El mayor cambio entre el recorrido del marqués y los posteriores recorridos se da en esta segunda planta de la casa, ya que se entraba, por un pasillo que ya no existe, desde la galería del patio a la que actualmente es la sala del estrado, que parece haberse encontrado dividida en dos salas: la saleta 1º (otro pequeño oratorio o estancia menor similar), y la saleta 2º (un salón con mobiliario, sillas y cuadros).
De estas saletas se iría a las saletas 3º y 4º, que se corresponden a la actual sala de Formación del Greco, y, en la museografía de las fundaciones Vega-Inclán, al ante-dormitorio y dormitorio. Estas saletas también tienen ese carácter de salones artísticos, con cuadros, esculturas, alfombras y mobiliario. Y desde allí a las salas de “Recibimiento” y “Estudio”. El Recibimiento, actual sala del Estudio, se recreó como una sala previa al estudio, que a su vez se parece de forma significativa a las anteriores saletas, con cuadros y mobiliario, pero se diferencia de éstas en la preeminencia de una gran mesa con papeles en medio de la sala, y un número mayor de cuadros.
Carácter de la museografía
Con esta rápida descripción e imágenes ya podemos ver que la recreación del marqués de la Casa del Greco tiene, en general, poco carácter doméstico. Se trata principalmente de saloncitos artísticos y con cierto carácter intelectual, siendo las dos únicas recreaciones que se salen de esta norma el oratorio (también llamado Capilla en esta época) y la cocina. La recreación de la cocina seguramente se deba a que, de las noticias sobre las habitaciones alquiladas por el Greco que tenemos, sabemos que entre 1604 y 1612 el Greco alquiló hasta 25 habitaciones, contando entre ellas una cocina. Conociendo esta información, el marqués decide recrear una cocina con una visión romántica, cogiendo influencia de las cocinas tradicionales de distintas partes de España, y en especial de las cocinas valencianas con azulejos.
Por su parte, el oratorio es un espacio en el que el marqués quería haber sido enterrado, por lo que quizá no debamos entenderlo exactamente como una reconstrucción de la “Casa del Greco”, tanto como un espacio privado suyo.
Pero aparte de estas dos salas, el resto tienen ese carácter de salón con elementos antiguos y artísticos. Cabe destacar que esta mezcla de muebles y arte (pinturas y esculturas) también continuaba en la parte del Museo, creando una “museografía de ambiente” compartida entre las dos zonas. Parece que con esta museografía el marqués lo que buscaba era dar una cierta idea, no tanto de la vida diaria del Greco, como de su personalidad. En ese sentido, cabe destacar que estos salones casi son paralelos a cómo algunos nobles y burgueses de finales del XIX y principios del XX exponían sus colecciones o ambientaban sus salones privados, siendo quizá la mayor diferencia el hecho de que en la Casa del Greco el marqués intenta centrarse en una época determinada, escogiendo obras y muebles de finales del siglo XVI y de todo el siglo XVII.
Además, cabe destacar que en estos momentos, y sobre todo a través del mercado del arte y el desarrollo de las escuelas y museos de artes industriales, se está creando una idea del mueble “español” histórico, que vemos muy fielmente recreado en esta “Casa del Greco”. Así vemos arcas, papeleras, escritorios, azulejería, y otra serie de elementos que a ojos de los intelectuales del momento están hablando de un “carácter español” en estas recreaciones. Este carácter intelectual y “español” de las recreaciones del marqués puede parecernos complicado de entender, pero debemos tener en cuenta quién, exactamente, era el público de la Casa en estos momentos.
El final del siglo XIX y principio del siglo XX suponen en Europa el inicio del turismo tal y como lo conocemos. Es un turismo heredero del Grand Tour y de la visión romántica de España. Este primer turismo es principalmente de bienestar, de salud y de cultura, llevado a cabo por personas de las élites y con fuerte carácter cultural e intelectual. De este momento destacan los viajes a balnearios, las asociaciones de excursionistas y la visita a aquellas ciudades que captaron la atención de los románticos, como fue la ciudad de Toledo que aún hoy conserva su trazado medieval. En este sentido debemos mencionar las numerosas noticias que aparecen en periódicos sobre asociaciones, nobles y ministros visitando la casa-museo del Greco, destacando, cómo no, las visitas del monarca Alfonso XIII. Y es que en estos momentos se está creando una política cultural cuyos objetivos son la creación de símbolos, imágenes y valores que se quieren mostrar como “lo español”, es decir, los supuestos valores innatos de las sociedad española. Esta definición de los elementos “naturales españoles”, y la misma idea de la revitalización cultural como eje de la revitalización del país, se deben a las corrientes intelectuales que tras la crisis del 98 surgen en España, como la Generación del 98 o la Institución Libre de Enseñanza. Una de las formas más sencillas de mostrar la importancia de estos elementos culturales será mediante las visitas de los monarcas, señalando así la importancia de ciertos monumentos y/o personalidades del pasado, y a la vez promoviendo el turismo hacia esas zonas.
Esta forma de usar el turismo para definir los símbolos de una identidad construida, aunque empieza en estos momentos, será durante el Régimen Franquista cuando llegue a su máximo uso propagandístico. Pero ya en un contexto diferente que hará que se cambie el aspecto y los objetivos principales de este turismo.
Evolución de la museografía
Como comentamos más arriba, no es sencillo ver los cambios de las salas a lo largo de este periodo, ya que se trata de una propiedad privada. Aun así podemos ver cambios a través de las fotos en algunas salas. Aunque la mayoría de las veces no tenemos fechas para estas fotos, suponemos que el marqués va enriqueciendo las salas, por lo que las ordenamos de más sencillas a más opulentas. Un argumento a favor de esta organización es que en los listados de 1942 las obras que aparecen suelen ser las que vemos en las últimas fotos de nuestro orden.
De las saletas apenas tenemos fotos, por lo que sólo podemos ver cambios en las fotos del Estudio, Cocina y Oratorio.
Entre 1925 y 1926 el marqués de la Vega-Inclán terminará su último gran proyecto en la casa-museo del Greco, la Capilla del museo o sala de San Bernardino. Esta instancia simula una capilla privada, sala característica de los palacios y casas nobles de la España del Siglo de Oro. Tras esta construcción se centrará en otros proyectos en distintas ciudades, quedando tanto la casa como el museo consolidadas en el aspecto que las dejó el marqués. La Guerra Civil no parece que afectase especialmente a estas instituciones. Gracias a una carta de Luis de Villanueva al marqués (FD2488 en el Archivo del Museo del Romanticismo), sabemos que las obras se embalaron y guardaron en los sótanos del Museo, y que los mayores desperfectos fueron la subida de humedades desde los alcantarillados, una caída de muro en una zona sin obras y la pérdida de tejas. Según la carta estos desperfectos se arreglarían a cargo del Servicio de defensa del patrimonio artístico, y hasta donde sabemos estos arreglos no supusieron cambios en la museografía ni el recorrido de la casa ni del Museo.
Así, el gran cambio se dará cuando, una vez legada la Casa en 1942, las fundaciones Vega-Inclán se hagan cargo de la institución de la casa-museo.
La museografía de las Fundaciones Vega Inclán (1942-2008)
SubirGracias a los listados de 1953 y de 1963, conocemos los cambios en la museografía que se realizan con las fundaciones. Estos cambios suponen un nuevo sentido museográfico, perdiéndose los saloncitos o saletas del marqués, y creándose en su lugar espacios con funciones definidas: estradillo, comedor, habitación, taller y estrado.
Las diferencias entre el listado de 1953 y el de 1963 son mínimas para la casa: en 1963 se elimina un segundo dormitorio en la sala baja, quedándose en su lugar un pequeño oratorio. Más adelante se realizarán otros cambios, pero más que en el carácter de la museografía, se harán cambios para mejorar la visita y complementar el carácter doméstico de estas habitaciones. Por ejemplo, en 1959 se introducirá iluminación eléctrica, más adelante se crea el pasillo de la planta primera conectando el estrado y las salas altas del Museo, se realizan distintas reformas para mejorar los espacios, y se adquieren distintas obras y atrezzo para complementar la nueva museografía.
Esta museografía en concreto es la que ha tenido mayor duración, de 1953 al 2008, y la que más se recuerda en el imaginario social, incluso en la actualidad. El recorrido varió a lo largo del tiempo, pero sabemos que justo antes de la creación del pasillo de conexión por la planta primera, se entraba a la casa por el zaguán, viéndose el patio, el comedor, el salón bajo con el estradillo y el oratorio, la cocina, y luego se subía a la planta primera por las escaleras del patio. En esta planta primera se accedía a las salas por el taller del Greco, para luego pasar al dormitorio, la antecámara y el estrado, volviéndose a bajar por las mismas escaleras del patio.
Carácter de la museografía
Esta museografía refleja mucho mejor el concepto de “casa”, siendo además más accesible intelectualmente para el gran público. Y es que desde el final de la Guerra Civil nos encontramos ya en un contexto turístico algo distinto. Tras la contienda se impondrá como reclamo a la ciudad de Toledo, no el Greco como antes de 1936, sino el Alcázar, como espacio de memoria y símbolo de las “características innatas españolas” que el Régimen busca promocionar. Este carácter que se ve en el Alcázar, y que aparecerá en periódicos y libros, hará que se mantenga el interés por la ciudad de Toledo.
Otro elemento que el Régimen utiliza como llamada al turismo y como forma de crear identidad será el tipismo. Tanto para llamar al turismo extranjero, a partir de 1950 y sobre todo en los años 60, como un elemento más de creación de idea nacional. No debemos olvidar que en estos momentos es cuando la Sección femenina está realizando su trabajo de recopilación y reinvención del folklore. También las artesanías y el mundo rural tienen en estos momentos una gran promoción, relacionándose con esta idea de España que se está asentando con el Régimen. Todos estos movimientos despiertan interés por el mundo rural y el pasado histórico, llevando a la realización de nuevos estudios y a un entendimiento diferente de las casas históricas, menos romántico que las casas del marqués de la Vega-Inclán, e incorporando mobiliario “estilo rústico”. En este contexto es en el que debemos enmarcar la nueva museografía de las Fundaciones Vega-Inclán. Curiosamente en esta nueva concepción vemos una cierta concordancia con la museografía del marqués: el deseo de recrear ambientes y, de forma concreta, los de “estilo español”, si bien de una manera totalmente distinta.
Tampoco debemos dejar de lado el peso del turismo de masas, que sobre todo desde los 60, con el aperturismo y consiguiente despegue económico, se establecerá como la norma para la ciudad de Toledo. Este turismo de masas tiene una forma de entender el pasado distinta que el turismo más elitista de principios de siglo, y la Casa del Greco debe cambiar para adaptarse a las expectativas de tipismo, de ambiente doméstico, etc., de este nuevo turismo.
Quizá el mejor ejemplo de esta nueva forma de entender la Casa del Greco sea la creación del estrado. Esta curiosa estancia ya aparece en 1953 y, por un lado, muestra estos nuevos estudios sobre el pasado y, por otro, contextualiza al Greco en un ambiente completamente peninsular, ya que este tipo de estancias en Europa sólo existen en la Península Ibérica y sólo hasta finales del XVII. Así cumple varios de los objetivos de la museografía: es llamativo, es “español”, se ajusta a una cierta idea de “Spain is different” que se está afianzando, y muestra los nuevos estudios sobre el pasado que se están realizando.
Evolución de la museografía
En esta etapa hay numerosos cambios: desde adquisición de piezas y cambios de adscripción entre las distintas instituciones gestionadas por las Fundaciones Vega-Inclán, hasta diversas obras constructivas para la mejora de la visita.
Algunos de los ejemplos de estos cambios son: Taller, estrado, comedor.
Restos de estas museografía en el actual Museo del Greco (2011-)
SubirEl actual Museo del Greco es una institución con una larga historia, y que ha pasado por al menos tres grandes fases con objetivos y museografías distintas: con el marqués, con las fundaciones y en la actualidad. Toda esta historia se puede explicar y relacionar con los distintos contextos sociales y políticos, y ha creado una imagen concreta de la institución que aún repercute en la imagen actual.
Queriendo explicar estos cambios, sobre todo por la repercusión que han tenido en la forma de entender el Greco, en la reforma de 2007-2011 se mantuvieron varios espacios de recreación, la cocina, el estudio, el estrado y la capilla. Los dos primeros espacios se dejaron intentando recuperar las recreaciones del marqués de la Vega-Inclán, y así explicar la innovación que supuso la creación de las casas-museo o museos de ambiente en España. En cambio, el estrado y la capilla se han mantenido para contextualizar dos obras pictóricas. En el caso del Estrado para recrear el espacio donde se encuentran las mujeres del cuadro La familia del pintor; y en el caso de la Capilla para recrear algo similar al espacio para el que se pintó el retablo de San Bernardino.
Además, y gracias a estas variopintas museografías, conservamos en el Museo colecciones de mobiliario, escultura, y artes decorativas en general tanto del siglo XVII como historicistas, así como una colección de pintura al margen de la obra del pintor cretense, abarcando los siglos XV, XVII y hasta del XX. Muchos de ellos aún pueden ser vistos en las salas del Museo.
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