En torno al hogar nos aproxima a la importancia del uso y control del fuego en el Paleolítico superior, haciendo especial hincapié en las técnicas, materias y usos.
El uso y posterior control del fuego se produjo a través de una reiterada convivencia con los recursos naturales. En un primer estadio, el fuego sería robado a la naturaleza, gracias por ejemplo, a fenómenos meteorológicos. La segunda fase consistiría en controlar, pero también en producir el propio fuego con distintas técnicas, de lo que en Europa tenemos constancia desde el Paleolítico medio.
La hoguera, el hogar, se convirtió en el espacio donde se hacía la lumbre, y por lo tanto era también el lugar alrededor del cual se articulaba la vida, algo que hemos mantenido durante milenios. Es sinónimo de alimentación, de protección, de domesticación, de socialización, de relatos…
Sílex y minerales de sulfuro: el sílex aporta su gran dureza, y los minerales de sulfuro su capacidad de producir chispas extremadamente calientes. Estos últimos suelen ser la pirita y la marcasita, que son minerales muy comunes, y están compuestos de hierro y sulfuros. Estos materiales son la elección perfecta para generar las chispas calientes necesarias para la producción de fuego por la técnica de encendido por percusión.
Yesca: se trata de una materia muy seca, y preparada para que cualquier chispa prenda en ella. Para este propósito podemos elegir ciertos hongos secos, paja o incluso estiércol. De estos tres, cabría destacar, por su importancia, una especie de hongo seco conocido con el nombre de hongo yesquero, cuyos filamentos permitirían conservar y transportar el fuego una vez producido. Crece en diferentes tipos de árboles (sauces, hayas, robles, encinas o abedules), adosándose a su tronco, y alcanza unas dimensiones mayores que las de otros hongos de sus mismas características.
Maderas: la técnica de encendido por fricción rotatoria conlleva una maniobra de movimiento rotatorio en la que se emplean bastones de naranjo, laurel o haya; y para las tablillas se seleccionan maderas blandas, como la de chopo.
Tuétano: es la médula ósea, de color blanquecino, que proviene del interior de los huesos de los animales. Es de consistencia gelatinosa, y por sus características es el combustible ideal para lámparas. Suelen usarse los huesos de patas de bóvido, por la gran cantidad de este material que ahí se genera.
El fuego facilitó, entre otras cosas, la adaptación del ser humano a los ambientes subterráneos, allí donde la luz no llegaba, y donde encontramos algunas de las más destacadas manifestaciones artísticas. Los sistemas de iluminación portátil fueron fundamentalmente dos:
Antorcha de madera: útil solo en espacios ventilados, ya que produce bastante humo. Se fundamenta en una estructura de madera con un elemento combustible.
Lámpara de tuétano: muy adecuada para espacios pequeños y mal ventilados, pues su funcionamiento apenas produce humo. Consiste en una concha o piedra horadada, con una mecha de materia vegetal o incluso tendón seco, y con tuétano u otra materia grasa como combustible.