Los fondos museográficos que actualmente conforman las colecciones asiáticas del Museo Nacional de Antropología destacan tanto por su heterogeneidad y variedad tipológica como por los cuantiosos objetos que las integran superando la cifra de más de siete mil piezas inventariadas con cronologías que abarcan desde el siglo IV d. C hasta la actualidad.
Entre todas ellas sobresalen, por su abundante número, las precedentes del sudeste asiático y más concretamente las del archipiélago filipino con objetos vinculados, en su mayor parte, a la vida cotidiana: pesca, caza, transporte, ajuar doméstico, indumentaria y complementos, objetos de ocio y de culto, etc. Unas piezas que permiten conocer cómo era el sistema de vida del pueblo filipino a finales del siglo XIX y que ejemplifican la gran diversidad cultural, étnica y lingüística de este país.
Le siguen en importancia los fondos de los países de Asia oriental: China y Japón así como Asia meridional con la India y Nepal como países más representativos. Los objetos procedentes de estas áreas destacan, en su conjunto, por su carácter votivo y religioso, mostrando aspectos relacionados con las religiones más extendidas en estas zonas, fundamentalmente, con el Budismo e Hinduismo. En un menor número encontramos objetos de uso civil como utensilios domésticos, instrumentos musicales, indumentaria, armas, etc. El resto de áreas, como Asía central, el cercano o el medio oriente apenas sí aparecen representadas o lo hacen de forma testimonial con muy pocos objetos, si bien, entre ellos, cabe destacar la presencia de un variado número de piezas vinculadas al culto islámico y a la vida cotidiana.
La presencia de este amplio y diverso conjunto de piezas asiáticas en el MNA se constata desde el mismo momento de su creación en 1875 y proceden de las colecciones particulares de su fundador, el doctor Pedro González Velasco, que a su afán coleccionista e interés por el mundo naturalista y etnográfico se sumaba su particular gusto por piezas del mundo asiático. Lo que responde no sólo a una corriente estética imperante en la época, de atracción por el exotismo oriental, sino también a la vocación inicial que quiso imprimir al museo relacionándose y haciendo presente en él las culturas de otros continentes.
En el transcurso de la larga andadura de esta institución, a estas iniciales colecciones orientales del doctor Velasco -integradas por láminas de papel de arroz de origen chino- se fueron sumando otras muchas e ingresadas mediante asignaciones, compras o donaciones. Uno de los capítulos más interesantes de esta historia, y que por sí sola merece una atención especial, es la asignación de la colección de Filipinas al museo a principios del siglo XX. Una voluminosa colección cuyas piezas formaron parte de la Exposición General de las islas Filipinas celebrada en Madrid en 1887. Por su interés y relevancia, a estos fondos se les dedica una sala monográfica en el museo dedicada a este archipiélago.
Entre los ingresos de piezas más importantes realizadas mediante compras destacan: la adquisición hecha en los años 20 del pasado siglo XX adquirida al sr. Gisbert e integrada por objetos de China y Japón. A partir de la década de los años 90, de ese mismo siglo, el ingreso de piezas por compras se incrementa: en 1992 se adquieren objetos de ajuar doméstico, de uso pastoril y agrícola procedentes de la zona de Afganistán y Nuristán adquiridas al etnólogo alemán Qarl Sieghardt Seipoldy. En 1993 y 1994, se adquirieron, las colecciones Centeno y Montilla, con piezas originarias de la India y Nepal.