Tipológicamente pertenece a uno de los grupos de muebles más característicos de la Cataluña de la última Edad Media y de la Edad Moderna: las arcas llamadas "de novia" ya que se incluían en la dote de las novias, y estaban destinadas a contener el ajuar. La producción de estos muebles fue muy abundante en Cataluña, y en especial en la ciudad de Barcelona.
La unión de lenguajes propios del último gótico con algunos detalles renacentistas resulta característica en este tipo de muebles que, si en su estructura responden a modelos originados en el siglo XV, en su ornamentación intentan ponerse a tenor de los nuevos tiempos. Esta tendencia persistió a lo largo de toda la primera mitad del siglo XVI.
Asimismo, la ornamentación pictórica figurada fue cambiando en estos años: del interior de la tapa, se trasladó a los paneles del frente, apareciendo el retrato de los contrayentes. En este caso no se puede hablar de retratos, sino más bien de representaciones genéricas de las llamadas por entonces de "cabezas de emperadores".
Desde hace poco una nueva pieza habita en una de las salas del museo. Se trata de una casa de muñecas llena de vida: de vida cotidiana burguesa española de mediados del s. XIX.
Con más de metro y medio de altura por uno de ancho (150x 11 x 59 cm), se compone de tres plantas y siete habitaciones cuajadas de detalles: cocina, comedor y cuarto de la criada en la planta baja; salón y sala de compañía (o gabinete) en la principal; tocador y dormitorio de matrimonio en la primera.
Fue realizada en Cádiz entre 1845-1850 por el matrimonio Quesada Cangh para sus cuatro hijas, efectuando probablemente encargos a distintos artesanos especializados en mobiliario, metales, cristal, marfil, pintura, tejidos, papeles pintados, alfombras y moquetas. A ellos se unirían importaciones, principalmente de Inglaterra, con la que Cádiz mantenía un activo comercio de bienes de consumo. De hecho, ese país gozaba de una larga tradición en la construcción de casas de muñecas, y en la producción de miniaturas para amueblarlas y decorarlas.
Una casa de muñecas excepcional, en la que merece la pena detenerse para disfrutar y deleitarse con los mil y un secretos que alberga.
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