La muestra está formada por una serie de obras, esenciales e intensas, que reconstituyen la sutil relación que se trabó en el siglo XVII entre dos artes hermanas, la pintura y la escultura, que colaboraban y rivalizaban entre sí, con un gran virtuosismo técnico, para plasmar con asombroso realismo los temas católicos. El resultado fue un arte sensual, brillante y complejo, al servicio de la propagación de la fe.
¿Te apetece un paseo por la exposición?