Con motivo de la Semana Internacional de los Archivos 2020 promovida por el ICA (International Council on Archives), el Museo Sorolla propone a sus seguidores participar de un recorrido virtual por su Archivo, señalando cómo fue creado y cómo se ha visto incrementado, al tiempo que se destacan algunos documentos de entre los miles que conserva la institución.
El Archivo del Museo Sorolla se constituye, en su mayor parte, a raíz de la documentación que a lo largo del tiempo fue acumulada por Joaquín Sorolla Bastida y su familia, y que guarda relación con la vida y la obra del artista. Así, contiene un amplio número de documentos, entre los que destaca la extensa correspondencia que intercambió con familiares, amigos, clientes, particulares, instituciones, etc; las fotografías antiguas que representan los momentos familiares, retratos, la forma de trabajar del pintor, las estancias de la casa, sus sucesivos talleres, así como las obras de otros fotógrafos coleccionados por Sorolla y su familia; recortes de prensa en los que se habla de la trayectoria del artista, las entrevistas que le fueron realizadas, las menciones a sus premios o medallas, o la celebración de logros; y un sinfín de facturas, diplomas, tarjetas de visita, postales, planos … La variedad de documentos hace que podamos conocer la parte más personal o íntima del artista (sus gustos, opiniones, afectos y problemas), al tiempo que se puede profundizar igualmente en su vertiente más profesional (los cuadros vendidos, los colores utilizados, los encargos recibidos, los viajes realizados). Es, sin duda, una fuente inagotable de conocimiento.
Con posterioridad a la muerte de Sorolla, los documentos relacionados con el mismo, con su casa, con su obra, se fueron multiplicando igualmente a pesar de la ausencia del artista. Así, podemos encontrar varias noticias y amplios reportajes sobre su multitudinario entierro, o sobre la acogida que tuvo el Museo tras su inauguración en 1932.
Poco a poco, la documentación fue creciendo, y cuando el Museo se inauguró contaba ya con el germen del Archivo, a través de toda la documentación que se donó al Estado junto con la casa familiar y las obras realizadas por el artista o coleccionadas por él y los suyos. A partir de este momento, se une a la ya existente una documentación diferente, la del fruto del trabajo del día a día de una casa-museo, que nos permite conocer los expedientes personales de los trabajadores que desarrollaban allí su labor, el obligado cierre del museo debido a la Guerra Civil, o el devenir de las obras, entre otros. En la actualidad, dicha documentación forma parte igualmente del Archivo Histórico de la institución.
La correcta conservación de la documentación es vital para entender la vida y la obra artística del pintor. En el Archivo del Museo Sorolla los documentos se guardan en fundas de conservación y en carpetas y cajas de cartón libre de ácido. Se procura siempre que sea posible su digitalización para evitar la manipulación de los documentos, y también para contribuir a su difusión y puesta en valor, ya que un Archivo repleto carece de valor si no hay nadie que pueda conocer esa información e interpretarla.
Una de las secciones más nutridas del Archivo es la correspondencia. Ésta nos permite por un lado situar a Sorolla en los distintos lugares a los que se desplazó, pues tenía por costumbre escribir a su familia siempre que se encontraba lejos del hogar. Así, se puede reconstruir su vida de una forma más fácil que si careciéramos de toda esta fuente de información. Por otro lado, nos permite explorar las relaciones sociales del pintor, pues Sorolla solía también cartearse con buenos amigos, como Aureliano de Beruete o Pedro Gil Moreno de Mora, a los que a menudo les cuenta sus cuitas. Es gracias a sus conversaciones que podemos saber las obras que estaba pintando en ese momento, cómo cambia de parecer a la hora de plantear la composición de un cuadro o el uso de un determinado lienzo, su opinión sobre los otros artistas, su participación en facetas que exceden lo artístico, etc.
Pero la correspondencia también nos sirve para conocer detalles más prosaicos, puesto que en ella en ocasiones se detallan asuntos económicos (como cuánto cobraba por los cuadros que vendía), o técnicos (por ejemplo los materiales de pintura que utilizaba). A menudo esas cartas vienen acompañadas de facturas.
También nos permiten estas cartas acercarnos más a la personalidad del artista, y conocer así al hombre: su disgusto cuando tiene que abandonar a su familia, el hecho de estar siempre dispuesto a tomar su chocolate, la vitalidad que le aporta el pintar. Y algunas que otras curiosidades personales, como que aprovechaba sus estancias en París para comprar prendas para su esposa e hijos y que a veces se le complicaba el encargo:
Querida Clotilde (…)
El día lo he pasado regular pues la mañana estuvimos viendo tiendas de telas y me volví loco pues no sé cómo deben ser las puntillas para los chicos ni la cantidad que se necesita. Para esto lo mejor será que, puesto tengo decidido volver con un cuadro el año que viene, lo haga contigo y tú, y nadie más, sabes lo que se necesita, a más que las facilidades en la frontera son mayores para vosotras, pues una maleta de hombre con ropa de mujer, y sin ella, es expuesto a la plancha.
Otra sección compuesta por un gran número de documentos es la de fotografía antigua, que además se desarrolla en múltiples formatos (positivos en papel de todos los tamaños, estereoscópicas, negativos en placa de vidrio, transparencias…). Estas imágenes nos permiten poner cara a todos los miembros de la familia y a algunos amigos recurrentes o trasladarnos a un momento concreto, ya sea una escena familiar o a un acto profesional.
Resultan sin duda valiosas para saber más sobre la forma de trabajar del artista, prácticamente como si estuviésemos pintando con él, al calor de la playa o pasando frío en un Burgos nevado.
También nos ayudan a fechar las piezas, o a averiguar más sobre su historia particular, algo especialmente importante en el caso de obras ya desaparecidas. No podemos tampoco olvidar la faceta de coleccionista del artista, puesto que Sorolla atesoraba fotografías de Laurent o de Clifford, o rarezas como esta diapositiva de gelatina sobre vidrio coloreado a mano que muestra la piscina esmeralda, en el Parque Nacional de Yellowstone.
Estas imágenes nos resultan fundamentales para conocer cómo era el museo antes de serlo, cuando aún sólo era la casa y el taller del artista; pero también cómo lucía cuando éste se inauguró, cómo estaban dispuestas las salas, qué cuadros u objetos ocupaban qué espacios…
La construcción de la casa se puede seguir también a través de las planimetrías que se conservan en el Archivo, así como los dibujos preparatorios que el propio Sorolla realizaba para proyectar el que sería su hogar en los últimos años de su vida.
Pero el Archivo conserva muchos más documentos que sirven para contextualizar al maestro de la luz. Su partida de bautismo, borradores (de discursos, de cartas, de ideas sobre cuadros), listas de la compra, incluso un par de dibujos del escudo de la familia Bastida y alguna que otra receta. Todo ello y mucho más está a disposición de los interesados de forma presencial (cómo acceder ) y virtual en el Museo Sorolla. Os animamos a participar de la puesta en valor de los archivos, y a conocer y cuidar la documentación de los museos.
Consulta las colecciones online en el portal Cer.es Museo Sorolla , a través de la página web en Fotografía Antigua
y Correspondencia
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