Es mucha la utilidad de la lectura, sobre todo si logramos conjugar sus tres dimensiones: recreativa, informativa y formativa. La lectura divierte, desarrolla vocabulario, incentiva la imaginación, aumenta el conocimiento, desarrolla la capacidad crítica, da libertad, es comunicación, ejercita nuestro cerebro, permite la relajación…
El siglo XIX trajo consigo muchos cambios que influyeron en la misma, todos ellos relacionados entre sí. Por un lado una mayor parte de la población accedió progresivamente a la enseñanza obligatoria en muchos países europeos, aumentando el número de lectores. Por otro lado hubo importantes transformaciones técnicas en la fabricación del libro que permitieron mayores tiradas, a precios más baratos y, por tanto, un incremento de la oferta lectora.
En la Casa Sorolla hay mucho espacio para la lectura. Sorolla se rodeó de libros en su vida cotidiana, tanto en su lugar de trabajo como en las habitaciones privadas.
En el archivo del Museo se conserva documentación sobre la compra de algunos de los libros o revistas que adquirió. Muchos de esos libros ahora se conservan en el Museo y forman parte de la biblioteca . Algunos de ellos se encuentran expuestos en sus salas.
Durante el siglo XIX se fue pasando de la lectura colectiva a la lectura individual, silenciosa e íntima.
El siglo XIX fue el siglo de esplendor de la prensa periódica, que tuvo un papel decisivo en la afición a la lectura.
Pero no solo los libros y la prensa son motivo de lecturas y relecturas, también lo es la correspondencia. El Museo Sorolla cuenta con una amplia colección de cartas entre Sorolla y su familia, sus amistades... En algunas de ellas dejan además constancia del gusto por la lectura y de su importancia.
En una de ellas Elena le dice a su padre “Ayer domingo me divertí mucho… estuvimos toda la tarde leyendo esos libros de Zor[r]illa tan bonitos” (nº inv. CFS730).
En otra Joaquín le dice a Clotilde: “Dile a mi… Joaquín que copie mucho de los libros para mejorar la letra y la ortografía” (nº inv. CFS431).
En otra su amigo Pedro Gil le agradece el envío del libro de Galdós y le dice que lo leerá en su viaje a Barcelona (nº inv. CS2104). Este libro que le agradece estaba dedicado por el escritor; Sorolla le había pedido que lo hiciera para su amigo Pedro Gil.
Sorolla no solo leyó, sino que se relacionó con diversos escritores de su tiempo. Podemos citar a Juan Ramón Jiménez (del que se conserva un ejemplar de Poesías escojidas dedicado a Sorolla) o a su mujer, Zenobia Camprubí (que tradujo El asceta de Rabindranath Tagore y también se lo firmó al pintor). Ambos le dedicaron una reproducción de los retratos que realizó Sorolla:
Siendo este año el centenario del fallecimiento del escritor Benito Pérez Galdós y dada la documentación que posee el Museo sobre su relación no podemos olvidarnos de él.
En la biblioteca del Museo Sorolla se conservan dos de sus libros dedicados: Nazarín y Ángel Guerra.
También se conserva correspondencia que se cruzaron entre pintor y escritor; para fijar fecha para el retrato o solicitando una visita al estudio de Sorolla para un amigo.
Su relación quedó reflejada también en la prensa de la época. En el Archivo del Museo se conservan varios artículos de prensa sobre el banquete – homenaje que se celebró en los Viveros, por su triunfo conseguido en la Exposición Nacional de 1901 (Medalla de Honor). Asistieron 200 comensales y el plato obligatorio fue la paella. Informa que en la mesa presidencial estaba Galdós, quien, entre otros, pronunció un discurso.
LIBROS DIGITALIZADOS
Ponemos a disposición de todos los ávidos lectores, investigadores o simplemente curiosos, un listado de libros digitalizados, perteneciente al fondo antiguo del Museo Sorolla, adquiridos algunos por el propio Sorolla y otros posteriormente, que se pueden consultar online.