Esta vitrina se encuadra dentro del programa cultural MADRID OTRA MIRADA del Ayuntamiento de Madrid, que pretende acercar a los visitantes su patrimonio. Este año se dedica a Benito Pérez Galdós con motivo del centenario de su muerte.
En el Museo Sorolla se conservan documentos y obras que ponen de manifiesto que Benito Pérez Galdós y Joaquín Sorolla Bastida se conocieron y mantuvieron una relación de respeto y admiración mutua.
Hay diversos puntos en común en la vida de ambos artistas. El más destacado es la vocación y entrega absoluta que dedicaron a su trabajo, que queda muy bien resumido en las palabras que escribe Ricardo Gullón sobre Galdós y que podemos extrapolar a Sorolla: “Dominó su oficio como solo llegan a dominarlo los trabajadores en quienes la vocación se une a la voluntad del trabajo y el amor a la obra bien hecha”. Ambos aspiran a vivir de su trabajo como escritor y como pintor, respectivamente.
Otro punto común que podemos resaltar es que comienzan muy jóvenes a desarrollar sus habilidades artísticas. Galdós ya destaca en el colegio con sus textos e inicia su incursión en periódicos escolares y locales. Sorolla desde niño muestra inclinación por la pintura y pronto comienza a recibir clases en la Escuela de Artesanos de Valencia.
Otra similitud es que se trasladan a Madrid desde su ciudad natal donde se convierten en el escritor y el pintor que fueron. Aunque no lo hacen con la misma intención inicial. Galdós llega a Madrid en 1862 para estudiar Derecho, aunque acaba dedicándose al mundo de la literatura. Sorolla ya inicia sus estudios artísticos en Valencia y, tras realizar diferentes viajes a Madrid para visitar el Museo del Prado y participar en diferentes Exposiciones Nacionales y una estancia en Roma becado por la Diputación de Valencia, decide fijar su residencia en la capital en 1889.
Del escritor podemos decir que realizó incursiones en la modalidad del pintor, ya que sintió una inclinación precoz por el dibujo y la pintura que le acompañará toda su vida. Casi siempre relacionados con la crítica y la caricatura. Incluso llegó a obtener un premio en una exposición de su ciudad natal con 18 años. Sorolla no realizó ningún intento en el campo de la literatura, pero debido a la amplia correspondencia que se conserva (tanto dentro como fuera del museo) podríamos considerar, aunque no se realizara de forma intencionada, que utilizó un género literario, el epistolar.
Otro aspecto que los pone en relación es que tanto Galdós como Sorolla retrataron a diferentes clases sociales. Sorolla fue el principal retratista de la alta sociedad de su época, pero también pintó a personas de condición humilde como los pescadores. Galdós es uno de los máximos representantes de la novela realista española del siglo XIX, en sus novelas retrató el Madrid de su época, con todas sus clases sociales.
Sorolla retrató a Galdós en dos ocasiones.
Del retrato que realizó en 1911 para la Galería de retratos de la Hispanic Society se conserva en el museo una fotografía realizada por Frederick O. Bemm, fotógrafo que realizó un reportaje que recogía las obras expuestas en la Exposición de Joaquín Sorolla en el Art Institute de Chicago en 1911 (nº inv. 81913).
En el Museo se conserva correspondencia de Galdós a Sorolla en relación con la cita para pintar su retrato. En ese momento estaba escribiendo Amadeo I y no conseguían fijarla. No es la letra del escritor, probablemente sea de su secretario ya que fue perdiendo visión y se vio obligado a dictar sus obras a partir de 1910. Las cartas que le escribió Sorolla a Galdós se conservan en la Casa Museo Pérez Galdós de Las Palmas.
Sorolla realizó otro retrato unos años antes, en 1894, mucho más conocido debido a que se utilizó para el billete de 1.000 pesetas de la serie que la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre comenzó a emitir en 1979 y que dedicó a literatos españoles. Este retrato perteneció al escritor y se conserva en la actualidad en su Casa-Museo de Las Palmas de Gran Canaria.
Como Galdós, Sorolla también apareció en un billete de 1.000 pesetas. Emitido por primera vez en 1951, el reverso muestra el panel de Valencia pintado para la Hispanic Society de Nueva York.
No solo Sorolla pinta a Galdós, sino que Galdós escribe sobre Sorolla. Escribió artículos en prensa que eran críticas literarias, artísticas, teatrales… En La Prensa de Buenos Aires lo hace sobre las Exposiciones Nacionales de 1884 y de 1887, en las que participó Sorolla. Sobre El 2 de mayo y Cabeza de viejo dice que “anuncian un excelente artista”. Sobre El entierro de Cristo dice “pues bien merecía primera o, cuando menos, segunda medalla. Con asombro de todo el mundo, no ha obtenido ningún premio”.
No solo Galdós poseyó una obra de Sorolla (el retrato de 1894), sino que también el pintor poseía libros del escritor. En la biblioteca del Museo Sorolla se conservan algunos ejemplares, Ángel Guerra, Nazarín y varios de sus Episodios Nacionales. Entre estos últimos está Los apostólicos. Un faccioso más y algunos frailes menos (sign. G-540), que pertenece a la edición ilustrada que realizó de los Episodios Nacionales a partir de 1882, en los que participan los artistas Arturo Mélida y Aureliano Beruete, entre otros.
Algunos de estos ejemplares están dedicados, como es el caso de Nazarín (sign. FA 762) en el que se puede leer: “Al gran artista J. Sorolla su buen amigo y admirador B. Pérez Galdós”.
En los libros de Galdós encontramos el lema que identificó su pensamiento (también presente en su correspondencia): Ars, Natura, Veritas. Este lema es la clave de la creación galdosiana.
Lo diseñó junto a su amigo y grabador Arturo Mélida. Para la versión ilustrada de los Episodios Nacionales estrenó el primero de ellos, donde el lema enmarca una esfinge egipcia. Este lema figurará en adelante en los productos de La Guirnalda.
En 1897 quiere marcar su nuevo momento profesional al recuperar la propiedad de sus obras y realizará con Mélida una modificación del antiguo sello. Ahora aparece el lema alrededor de una esfinge griega. La firma del grabador aparece en ambos. Años más trade, al abrir su su propia editorial en la calle Hortaleza en 1902, quiere marcar el nuevo cambio con un nuevo sello, pero fallece Mélida y no es posible realizarlo.
Ambos artistas mantuvieron una relación de confianza que les permitió pedirse favores mutuos.
Galdós le escribe a Sorolla (nº inv. CS4600) presentándole a un amigo, Boris de Tannenberg (crítico e hispanista francés de origen ruso) que en compañía de otros dos señores extranjeros desea conocer su estudio.
Sorolla le pedirá a Galdós que firmara su obra Electra para remitírsela a su amigo Pedro Gil, “entusiasta de V. que vive en París y a quien quiero como un hermano.” conservada en la Casa-Museo Pérez Galdós. En el Archivo del Museo Sorolla se conserva una carta de Pedro Gil a Sorolla en la que le agradece su envío del libro de Galdós y que aprovechará para leerlo en su viaje a Barcelona, ya que tiene que salir en pocos días (nº inv. CS2104).
Esta obra de teatro se estrenó el 30 de enero de 1901 en el Teatro Español. La víspera se organizó un ensayo general al que fue invitado el mundo de la intelectualidad, Sorolla entre ellos.
La obra trata de una joven huérfana de padre desconocido, Electra, que ha sido recogida por unos tíos ricos y piadosos, tras vivir unos primeros años con su madre y pasar por monjas y distintos parientes. Todos en el entorno de sus tíos quieren salvar a su manera a la muchacha. Especialmente un hombre de iglesia que considera la reclusión en un convento el único modo de redención y que intenta alejarla de su enamorado. Este último había abierto a la muchacha el mundo de la ciencia, además del amor.
El argumento se relacionó con un caso real de actualidad: una menor de edad Adelaida Ubao, inducida por un jesuita a ingresar en una Orden sin el consentimiento de su familia, escapándose de casa por la noche. Para que la herencia fuera a la iglesia. La familia presenta un pleito que resolvió el Tribunal Supremo. El abogado de la familia, intentó demostrar en su defensa que el jesuita había sembrado la discordia entre la familia y la iglesia. Utilizó como prueba dos cartas de la joven a dicho jesuita en las que ella le confesaba estar enamorada y reconocía dudas sobre su vocación religiosa. En febrero se falló la resolución del caso Ubao en contra de los clericales.
Tuvo una repercusión inusitada en la sociedad española que enfrentó a los que estaban a favor y en contra de la iglesia.
Recibió felicitaciones, pero también anónimos amenazantes, e incluso llegó a sufrir un atentado cerca de su casa, del que salió ileso. De este hecho habla Sorolla en una carta a Pedro Gil que se conserva en el Museo: “ayer noche un fuerte petardo hizo saltar los cristales de la casa de Galdós”. Esta noticia se recogió en varios periódicos de la época.
También podemos decir que otro aspecto que los une es que ambos recibieron de sus contemporáneos un reconocimiento merecido.
Galdós en 1895, Sorolla en 1899, reciben la Cruz de Carlos III (nº inv. 20278) y la Cruz de Caballero de la Orden de Isabel la Católica (nº inv. 20279), concedidas para premiar las acciones en beneficio de España. Entre los documentos del Museo se conservan las dos condecoraciones, así como documentación que acredita la concesión de la segunda.
Además de condecoraciones ambos recibieron homenajes y ambos participaron en el del otro. Galdós participó muy directamente en el homenaje que se realizó a Sorolla en 1901. Se sentó junto al pintor en la mesa presidencial y pronunció un discurso.
Sorolla fue requerido en 1916 desde la sociedad “El sitio” de Bilbao para colaborar en el homenaje a Galdós. Le pidieron unas palabras para elaborar un álbum con las opiniones que tenían de la obra del escritor las personalidades más autorizadas de la cultura.
También ambos participan en el diseño de sus viviendas, Galdós en su casa de San Quintín en Santander y Sorolla en la que hoy es el Museo que lleva su nombre. No es la misma época, Galdós inaugura con una recepción San Quintín en 1893, Sorolla se traslada con su familia en 1911 a lo que es hoy el Museo Sorolla.
Galdós, dirigió el lápiz del arquitecto para trazar el continente y el contenido. Estará especialmente orgulloso de la huerta, que cuenta con plantas ornamentales, aromáticas, frutales, hortalizas... no solo de la zona, sino también las que traerá de sus viajes o las que recibirá como regalos de sus amigos. De nuevo nos encontramos su lema, esta vez en las torres.
La implicación del pintor en el diseño y construcción de su casa es enorme, sobre todo en los jardines. En el museo se conservan dibujos en los que realiza estudios de dichos jardines. Para ellos, igual que Galdós, no solo utilizará plantas de la zona, sino que traerá de sus viajes o recibirá como regalo.
Coincidieron ambos en tertulias artísticas. Destacaban las de los valencianos, que organizaban Emilio Sala, José M. Fenollera o Joaquín Sorolla. A ellas se unía el doctor Luis Simarro y era asiduo Aureliano de Beruete.
Para cerrar estas breves notas podemos recoger las palabras que ellos mismos utilizaron en la correspondencia que se conserva y que pone de manifiesto la admiración mutua que sentían:
“De V. siempre ferviente admirador y amigo” Galdós, nº inv. CS4602.
“Un abrazo de su viejo admirador y amigo” Sorolla, conservada en la Casa-Museo Pérez Galdós.