El siglo XVIII se inicia en España con la llegada de Felipe V y la instauración de la dinastía borbónica, lo que va a suponer grandes cambios en la sociedad, y en su modo de vestir. El traje a la española del siglo anterior, negro, sobrio y elegante, que había sido el vestido de moda europeo durante la época de mayor influencia política de España, convive durante unos años con el traje a la francesa, de prendas más ligeras y coloristas, que acabó por imponerse y que evoluciona hacia formas más simples a lo largo del siglo. Aunque la Corte y la nobleza siguen fielmente los dictados de París, capital europea de la moda, el pueblo llano mantiene un cierto estilo español. Muchos autores extranjeros identifican como traje nacional la basquiña y mantilla para la mujer, la capa y el sombrero de ala ancha para el hombre.