Sobre la idea de que el cuerpo es belleza que hay que respetar y no esconder ni alterar, Fortuny creó un estilo de trajes atemporales en que cada obra es única e irrepetible. Admirador de los modelos clásicos, diseña en 1906 el pañuelo Knossos y en 1907 el vestido Delphos, prenda de raso de seda plisado, de hechura cilíndrica y holgada, ondulante y de rico colorido, que se sujeta en los hombros con finos hilos de seda y botones de cristal de Murano. El corte del Delphos es tan sencillo como revolucionario: una túnica que encuentra su forma sobre el cuerpo de la mujer, plegándose estrechamente a sus líneas para ponerlo de relieve.