La huella de Fortuny puede rastrearse en creadores contemporáneos, y la fascinación que ejerce su ofra se refleja en los homenajes que le rinden grandes modistos, como Hubert de Givenchy, que le dedicó su colección de invierno 1980-1981 o Issey Miyake, auténtico heredero y continuador del camino abierto por el maestro.