Los trajes más lujosos son los galanos, vestidos durante las fiestas locales, y los de ceremonia. Se asocian a ritos de paso y al ciclo vital: nacimiento, boda y defunción. Ambos sexos, en un afán de mostrar una elevada posición social, visten abundantes piezas con sentido acumulativo, cuya riqueza deriva de la calidad de tejidos, ornamentos, calzado y fundamentalmente joyas. Los trajes, que forman parte de la dote y la herencia, muchas veces constituyen el ajuar de boda, que la mujer elabora desde una edad temprana. Apreciamos vistosos tejidos, ricamente decorados con bordados a punto de aguja, aplicación de abalorios y lentejuelas, pasamanerías, galones, cintas o encajes. También joyas de oro, plata, coral, marfil y hueso, aljófares y un sinfín de elementos protectores de carácter profano entremezclados con representaciones de carácter religioso.