Gratallops (Tarragona), ca. 1850
Resulta sencillo identificar este traje de cofradía gracias al uso del cinturón rígido y festivo cargado de símbolos cristianos, como el Ave María y los propios de la Virgen de los Siete Dolores: corazón atravesado por siete puñales, túnica, gallo, columna o vasija. También, situarlo geográficamente, pues cubre su cabeza con la barretina, prenda característica del vestir catalán, en forma de bolsa alargada, cuya morfología es común en el entorno mediterráneo, asociada al mundo marinero. Su origen nos retrotrae hasta la cultura greco-romana, el gorro frigio (en la actual Turquía), pero fue en la Francia revolucionaria, cuando esta prenda se asoció con la libertad, junto al pantalón largo, que identificaba a los sans culotte frente al calzón, propio del antiguo régimen. El cofrade viste también la capa española, prenda de abrigo indispensable en momentos solemnes y actos religiosos, aunque sorprendentemente también se usa en períodos estivales, siempre con un marcado carácter elitista que denota jerarquía y poder económico. Se trata de una prenda muy codiciada y siempre heredada, en la que destaca la esclavina, a modo de capita de hombros sobrepuesta, y las vistas -la parte del interior que asoma por las aberturas delanteras- de diferente color y tejido, generalmente de gran calidad.
Inventario: MT008591-95