Las catedrales son monumentos complejos, resultado de un esfuerzo colectivo y prolongado en el tiempo. Además de su contenido religioso, poseen valores sociales y simbólicos que dan forma a nuestras ciudades convirtiéndose en su referente espacial, condicionando su urbanismo y llegando a ser la expresión física de su identidad. Dentro del concepto integral que hoy define lo que es Patrimonio, los conjuntos catedralicios manifiestan toda su carga histórica y son el mejor reflejo de las grandes líneas de evolución artística y de pensamiento. En ese sentido son protagonistas de un paisaje urbano cuya evolución continúa hasta actualidad. Es decir, se trata de monumentos históricos, pero plenamente vivos. Su imagen actual, tanto en su arquitectura como en el patrimonio que contienen, es el resultado de sucesivos episodios de superposición, ampliación y reforma.
El Plan Nacional de Catedrales, es resultado del compromiso de colaboración entre las administraciones responsables del patrimonio y las instituciones eclesiásticas, que detentan su titularidad, con el apoyo de una creciente conciencia social, para el mejor conocimiento, protección y conservación de los noventa conjuntos catedralicios españoles. Así es reconocido en todos los acuerdos suscritos para su desarrollo, tanto en el acuerdo marco de 1997, entre el Ministerio de Cultura y la Iglesia Católica, como aquellos más específicos con las Comunidades Autónomas y las diversas diócesis.