El objetivo del Plan de Catedrales es doble, por un lado trata de establecer los mecanismos que posibiliten un tratamiento racionalizado y homogéneo sobre dicho patrimonio, poniéndolo a disposición de los organismos encargados de velar por su conservación. Por otro lado, su finalidad es garantizar la salvaguarda de todas las catedrales. Ello se materializa en un compromiso de inversión a medio plazo, de acuerdo con los programas establecidos en los Planes Directores.
Las Comunidades Autónomas, responsables en último término de las Catedrales situadas en su territorio, y los Cabildos catedralicios, como propietarios, tienen un fuerte apoyo en su esfuerzo de conservación en un Programa específico de inversiones del Ministerio de Cultura para los conjuntos catedralicios en los Presupuestos Generales del Estado y dentro las actuaciones en Patrimonio Histórico que realiza el Ministerio de Fomento con cargo al 1 % cultural. De igual forma, las Catedrales son incluidas como actividad prioritaria en la normativa sobre mecenazgo y han sido ya numerosas las aportaciones de entidades privadas. No en vano el Plan de Catedrales cumple también con una tarea de sensibilización de la sociedad en general que comienza a dar sus frutos.