AndalucíaSalto de línea Almería: Carboneras, El Egido, Níjar, Pulpí, Vícar.Salto de línea Granada: comarca de Baza (Benamaurel, Cúllar), Fonelas, Benalúa; comarca de Guadix (Pedro Martínez, Alicún de Ortega, Dehesas de Guadix, Villanueva de las Torres, Purullena, Dílar y Gorafe); comarca de Huescar (Castilléjar y Galera).Salto de línea Jaén: Cabra del Santo Cristo, Jódar, Huesa.
AragónSalto de línea Huesca: Comarca de Lalueza (San Lorenzo del Flumen y Monzón).Salto de línea Teruel: La Cuba.Salto de línea Zaragoza: Jaulín.
Castilla - La ManchaSalto de línea Albacete: Albacete, Chinchilla de Monte-Aragón, Hellín, Casas de Juan Núñez y Pozo-Lorente, El Romeral.Salto de línea Ciudad Real: Villanueva de los Ojos.Salto de línea Guadalajara: Driebes, Tórtola de Henares.
Islas Baleares: Sant Josep de sa Talai en Ibiza.
Madrid: Villarejo de Salvanés.
Murcia: Águilas, Archena, Jumilla.
Navarra: Sesma.
Comunidad ValencianaSalto de línea Alicante: Crevillente, Ibi.
Publicación en papel y tarjeta Sd. También colgado online en el micrositio de Planes Nacionales.
Los paisajes culturales del esparto deben considerarse como el producto de la interacción de las comunidades esparteras con su medio. El estudio quiere ofrecer una muestra de todos los paisajes del esparto con sus particularidades. Se presenta en formato fichas.
El estudio consta de los siguientes apartados: 1.- Marco conceptual; 2.- Introducción, en la que se explican los aspectos más técnicos del estudio (definiciones de la atocha y el albardín, explicaciones de sus ciclos temporales, hábitats, ecosistemas y protección legal); 3.- Los paisajes culturales del esparto en España, estudio en el que se desarrollan aspectos como la extensión de las superficies, su evolución, la producción actual, la percepción, las medidas de salvaguarda, etc.; 4.- Las fichas identificativas de cada paisaje; y 5.- Un anexo con toda la cartografía y el material gráfico vinculado.
El Estudio de identificación de los paisajes culturales del esparto en España es consecuencia de dos trabajos dedicados previamente al estudio de la cultura del esparto en España. Por una parte, los Trabajos de investigación y de documentación sobre la producción y transformación del esparto en España, en el marco del Plan de Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial, que permitió realizar la primera aproximación a la realidad de esta cultura a escala nacional. Por otra, el Plan de salvaguarda de la cultura del esparto, un documento que plasma de una forma muy sintetizada las recomendaciones necesarias para mantener esta industria.
Más allá de la propia identificación de estos paisajes, este estudio se ha diseñado abordando su desarrollo de forma integral, con el propósito de averiguar cómo funcionaban y cómo sigue funcionando su cultivo y explotación. Asocia, por tanto, variables humanas y naturales en un mismo marco de análisis, en total sintonía con la definición adoptada por el Convenio Europeo del Paisaje.
Recabar la información necesaria para identificar los paisajes del esparto existentes con el fin último de poder mantener todas las manifestaciones culturales derivadas de su existencia, tan características de España, y reunirlas en un estudio.
El esparto, probablemente originario de los semidesiertos que se situaban en torno al mar Negro y Caspio, parece haber alcanzado, quizás a finales del Terciario, el occidente mediterráneo a través de la vía migratoria norsahariana.
Si bien el registro arqueológico evidencia la utilización del esparto en España desde hace al menos 30.000 años, por falta de investigación, la evolución de estos paisajes en época prehistórica es aún bastante desconocida. Se sospecha que las plantas de esparto del cuadrante sureste peninsular, tal y como las conocemos ahora, podrían ser fruto de un largo proceso de domesticación que se realizó sobre una subespecie anterior y que se inició en el Neolítico. Posteriormente, la explotación masiva del esparto en esta misma zona habría sido impulsada por comerciales fenicios y cartagineses, para atender a las necesidades de las explotaciones mineras más próximas. A finales del siglo I a. C., Estrabón aportaba las primeras noticias escritas sobre estos espartizales, llamados “campus spartarius” a la zona por la que se extendían y por la que pasaba la Vía Heraclea.
En el siglo XVIII el Estado empezó a tomar conciencia de la importancia económica que representaba la transformación del esparto, formulándose a partir de entonces planes de inversión que iban a repercutir directamente sobre los sistemas de aprovechamiento del espartizal. Vinieron a concretar las políticas llevadas a cabo por la Real Junta de Comercio y las Sociedades Económicas de Amigos del País con respecto al progreso de la agricultura, una situación que desembocaría, por ejemplo en la creación de la Real Fábrica de Tejidos de Esparto, en Daimiel (Ciudad Real).
Si el empleo del esparto como combustible en la multitud de pequeños complejos fabriles que se iban a desarrollar a partir de entonces fue rápidamente atajado, la presión que se iba a ejercer sobre los espartizales se incrementó gradualmente a partir de entonces, con el florecimiento de la industria manufacturera espartera. Llegaría a su culmen a mediados del siglo XX, cuando se registraron las mayores cosechas de esparto de todos los tiempos concentrando su producción en cinco provincias: Murcia, Albacete, Granada, Almería y Zaragoza.
Ésta fue una época en la que el Estado ejerció un control férreo sobre el ramo. El gobierno decretó la intervención y la creación del Servicio del Esparto, un organismo que se encargó de resolver de forma prioritaria los problemas de desabastecimiento de sectores claves para la economía nacional a los que la falta de género estaba afectando. Las exigencias fueron tales que se llegaron a esquilmar los montes por entero. Para mitigar los resultados, el Servicio del Esparto impulsó en paralelo la realización de ensayos para mejorar la producción, promocionando la creación de fincas experimentales y el cultivo controlado de esparteras en parcelas que aún hoy siguen siendo visibles.
A mediados del siglo XX, cinco grandes sectores transformaban esparto: el sector papelero (55% de la producción), el sector textil (30%), el sector capachero (6%), el sector cordelero (5%) y los sectores artesanal y agrícola (4%).
Desde entonces, la situación ha cambiado. La mecanización del trabajo del campo y la generalización del uso de la fibra sintética provocó, a partir de los años 60, el hundimiento generalizado de la industria espartera. Por lo demás, si las principales fuentes documentales del siglo XX se hacen eco de un período de auge en la producción del esparto después de la guerra civil y de una caída generalizada a lo largo de las décadas posteriores, las pocas que aportan información con respecto al período correspondiente al inicio del siglo XXI se limitan a confirmar la existencia de una producción residual de unas 600 toneladas anuales de media.
Documentación completa de la actuación
Informes realizados al amparo del Plan Nacional de Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial
BOE - Miércoles 12 de diciembre de 2018