Conceptualmente, la neutralidad se entiende como la situación político-jurídica de una nación que decide no tomar parte en una guerra promovida por otras y que se acoge al sistema de derechos y obligaciones inherentes a tal actitud.
En 1914 el concepto se redefinió como un conjunto de estatutos legales internacionales que obligaban a los Estados a comportarse de cierta manera, regulando así la conducta entre los beligerantes y no en tiempo de guerra. De esta manera, se limitaba la expansión de los conflictos y se protegían las relaciones entre Estados y sus mercados [3].
Al iniciarse la guerra en 1914 se creó un protocolo que estableció las líneas de acción de los Estados neutrales. Consistió en derechos y deberes formalizados por acuerdos internacionales como la Declaración de París de 1856 y las Conferencias de la Haya de 1899 y 1907. En concreto, la Conferencia de la Haya de 1907 acordó que, en tiempos de guerra, el territorio de los estados neutrales sería inviolable, lo que también implicaba el deber de detener a los bandos en conflicto que lo atravesaran, perdiendo la neutralidad en el caso de no hacerlo. Además de las conferencias internacionales, a nivel nacional, los Estados establecieron también sus protocolos de actuación [3].
A pesar de esta redefinición del concepto, la neutralidad tuvo un efecto más tenue por las presiones de los países beligerantes sobre los neutrales. Llegaron a invadir territorio neutral y se arrogaron derechos en el mar contrarios a los acuerdos anteriormente citados. En ocasiones, las presiones impuestas por las potencias disminuían por el miedo a que los Estados neutrales apoyasen al bando enemigo [3].
Al inicio de la Primera Guerra Mundial numerosos países se declararon neutrales pero, tras las presiones recibidas, optaron de manera oficial por un bando u otro.
España se mantuvo como un Estado neutral aunque esta decisión no fue unánime. Políticos e intelectuales protagonizaron una época de gran efervescencia que mantendría a la sociedad enfrentada entre germanófilos, francófilos y partidarios de continuar con la neutralidad frente a los que optaban por tomar partido y unirse a uno de los bandos del conflicto [3].