La casa de 1924, sede primitiva del museo, fue restaurada y adaptada para acoger diversos usos públicos e internos.
En la actualidad, alberga el vestuario para los visitantes que, mediante sorteo, pueden acceder a una visita controlada a la cueva de Altamira y que por razones de conservación de la misma deben proveerse de calzado y monos especiales; la sala de control y procesamiento de datos donde se monitorizan las condiciones medioambiental de la cueva y la sala donde se realizan las reuniones del Patronato.
Por ello fue necesario amueblar y equipar los espacios para dotarlos de funcionalidad, con un mobiliario que se adecuara a la arquitectura y huecos existentes: librerías, armarios para material, mesa de reuniones, mesas de trabajo, etc. el proyecto se completó con diversos elementos gráficos que decoran y ambientan aquellos espacios que tienen un fin protocolario y representativo.